Camposanto.

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*Tiempo después..."

(Narrador)

La primavera pasó, igual que el otoño, y todos los meses ___ regalaba ramos de flores a la familia Madrigal, y los acompañaba a dejarlas en la tumba de la persona que más la odiaba en todo el pueblo, Colombia, o el mundo. Sin embargo, eso no impidió que una tarde de visita, ___ se quedara unos momentos más que la familia Madrigal, contemplando la tumba de granito.

___: Señora Alma, usted y yo no terminamos de la mejor manera, como se acordará. Hoy su familia vino a verla porque hace exactamente dos años partió de este mundo, pero yo...—metió la mano en su bolsillo derecho—Yo vine por otra cosa.

Isabela, mientras tanto, caminaba fuera del cementerio, preguntándose por qué diablos su novia se había quedado a hablar con un pedazo de granito con un nombre inscrito.

El nombre de una Madrigal.

Isabela: Dolores, ¿escuchas qué pasa? ¿Qué dice?

Dolores: Hay demasiada bulla del pueblo, están haciendo una construcción, no puedo oírlo...

Mentira.

Dolores podía oír todo.

Pero era algo demasiado privado para revelarlo.

Isabela: ¿Será que regreso a ver qué hace?

Dolores: Oye, dale un poco de privacidad...—la regañó Dolores; aunque si no hubiese sabido qué era lo que sucedía probablemente habría apoyado la idea.

Y se la llevó.

(___)

Después de volver a guardar en mi bolsillo la cajita que había traído para mostrar, resoplo y sigo.

___: A pesar de que usted jamás habría aprobado esto, de corazón me gustaría que estuviera aquí. Yo no tengo familia, después de todo, y...

Trabajador: Señorita...

___: —Suelto un gritito de susto—Ay, me asustaste...

Trabajador: Una disculpa, es que vamos a cerrar el camposanto; parece que se avecina una tormenta.

Miro al cielo, y efectivamente, el cielo está oscuro y se escuchan truenos.
A la señora Pepa ha de haberle afectado visitar a su madre en un día cómo este.

___: —Aclaro mi garganta—Sí, no se preocupe... Ya me voy.

Cuando el trabajador se retira, me despido.

___: Ojalá pudiera estar aquí para acompañar a Isabela en el futuro. Descanse, señora Alma.

(Dolores)

Sé que ___ vendrá a casa al salir del cementerio, así que tras comer, la espero en la puerta.

Llega guardando algo en el bolsillo de su abrigo, y a pesar de que no se ve exactamente qué es, puedo oír cómo se mueve dentro de la caja forrada de terciopelo.

Dolores:—¡Hola!—aparezco de la nada.

___: —Espantada, retrocede, para luego sonreír y darme un golpecito en el hombro—¡Ay! Tarada, me asustaste...

Dolores: Hay algo que quiero decirte.

Prácticamente, la arrastro hasta mi cuarto y cierro la puerta con seguro, para recostarme sobre ella con una expresión fastidiada sin dejar de mirar a mi amiga a los ojos.

Dolores: Me parece una tremenda falta de respeto a nuestra amistad que se lo hayas contado a una tumba de granito antes de contármelo a mí.

Con flores... (Isabela y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora