Parte 02: Jin Ling

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—¡Cuidado con sus garras! —Ese es jiujiu. Jin Ling salta ágilmente a las ramas mientras la bestia, enfurecida, recibe los azotes de Zidian—. No podremos solos. ¡Lanza la señal!

Jin Ling ha aprendido con los años que hay dos cosas que no puede olvidar: su vida es demasiado importante para tomar riesgos ridículos y jiujiu, por lo general, tiene razón. Así que reprende ese espíritu suyo que quiere hacer valer su poder y demostrarle a su jiujiu que puede con aquella bestia y saca la señal de Yunmeng Jiang que siempre lleva, aunque fuera líder de secta, aunque la peonía dorada atraerá a todos sus discípulos para buscarlo. Siempre lleva la señal de jiujiu porque no puede dejar de confiar en él.

El loto de nueve pétalos se forma en los cielos. La explosión llama la atención de la bestia hacia Jin Ling y con una ráfaga de flechas intenta enfrentarla.

Nada funciona, sus flechas ni su espada, parece que solo es posible lastimarla con Zidian, pero es tan grande que le está dando problema a su jiujiu. La bestia ruge con furia al no poder atraparlo. Los talismanes intentan hacer mella en su poder, pero es en vano. Jin Ling está agotando todas sus energías y se pregunta qué tanto demorarían Yunmeng Jiang en ir a darles refuerzos.

—¡Jin Ling! —jiujiu grita cuando la garra casi lo sujeta en un salto. Jin Ling nota el pedazo de su túnica que cayó entre las ramas caídas.

—¡Estoy bien! ¡Deja de preocuparte por mí!

—¡Sal de aquí!

—¡Saldremos juntos de esto, jiujiu! ¡No voy a dejarte aquí!

Cuando vio a jiujiu tomando a Sandu para saltar sobre ella, Jin Ling comprende: es hora de huir. Sin esperar, Suihua lo acoge en su peso y sobrevuela para alejarse de la bestia. Ambos avanzan en altura y la bestia, una masa de pelo negro y ojos rojos los observa con ira.

—¿Qué carajo es eso? —pregunta Jin Ling, sorprendido con la extraña bestia. Si fuera unos años más joven, todavía estaría allí como una mosca encima de ella, intentando matarlo con pocas posibilidades.

—No tengo idea. No fue lo que relataron los ancianos. No sé qué mierda desenterraron aquí.

—¿Qué hacemos?

—No podemos irnos y dejarla libre. Tendremos que esperar y sellarla.

La bestia los sigue mirando. No los deja, no los abandona, parece decidida a hacerse por él. A veces Jin Ling olvida lo peligrosa que son las cacerías nocturnas, esta le recuerda que no puede bajar la guardia.

Entonces, la bestia hace algo. Se remueve, comienza a temblar dentro de ella como si estuviera a punto de explotar. Ambos se alejan a una distancia suficiente para evitar el peligro, aunque no sepan qué esperar. Por supuesto, no esperan ese grito.

El aullido atraviesa las montañas, arranca árboles, levanta piedras. Ambos, sobre las espadas, caen al perder el equilibrio. El viento que provocó esa cosa fue demasiado grande para evitarlo. Ambos caen al suelo, el golpe sordo golpea contra su cadera y Jin Ling reprime un grito. El ruido persiste, golpea por todas partes hasta que finalmente cede.

Están entre la entrada de la cueva y la bestia. Los ojos rojos se enfocan en ellos.

—¡Jiujiu, corre!

Atraviesan la cueva mientras la bestia azota las rocas y hace temblar el piso. No parecía tener más opciones considerando que podría haberlos aplastados con sus garras si hubiera intentado escapar al bosque. Jiujiu corre y lo jala de la muñeca como si quisiera apresurarse a hacerlo más rápido, pero en un punto es él quien está arrastrando a su jiujiu, metiéndose en diversas bifurcaciones con la esperanza de que la cueva se hiciera más angosta y la bestia no pudiera cruzar. Todo se vuelve más oscuro, cuando las garras de la bestia quiere alcanzarlos, ambas espadas se mueven para intentar apartarlas. Están corriendo a ciegas, y no saben qué esperar.

El niño de mis ojos (MDZS)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant