Epílogo

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Si le hubieran dicho a Lan Huan quince años atrás que al salir de la reclusión y obligarse a volver al mundo las cosas cambiarían para bien, no lo hubiera creído. Estaba convencido de que todo lo que debía hacer era cumplir su deber, más que por la secta, por su shufu, que ya había trabajado demasiados años y merecía un descanso. Hacerlo al menos hasta conseguir a alguien realmente digno para ocupar su lugar.

No pensó que enviar una carta a Jiang-zhongzhu para pedir su acompañamiento en una cacería daría la vuelta a todo. Que, cuando se encontró con él y Jiang Cheng le preguntó porque no estaba con su hermano, su atrevimiento al responder que no se sentía cómodo con sus muestras de afectos daría píe para que Jiang Cheng sonriera torcidamente y lo mirara con reconocimiento para soltar un: «son un dolor en el culo, ¿no?».

Da-ge seguramente negaría efusivamente para decirle: Debí haberlo imaginado.

A-Yao, el A-Yao que amó como a un hermano y a quien aún recordaba con nostalgia, estaría sin palabras.

En ninguna de sus fantasías juveniles se había imaginado una vida así: casado con otra secta, lejos de sus deberes como líder, viviendo una vida donde el sol y los lagos eran una constante, donde el croar de las ranas en la noche lo arrullara junto a la suave lluvia de verano, donde el aroma a lotos se sintiera como un perfume constante que se impregnaba en su cabello y pelar sus semillas se convierte en un acto de amor.

Lan Huan ya no viste sus espesas túnicas de Gusu Lan, ahora viste los hanfu suave de Yunmeng y camina con confianza en Muelle de loto a través de los campos de entrenamiento para supervisar a los nuevos discípulos y vigilar las formas de espada. Ya no tiene una cinta en su frente, la suya reposa en el cabello de Jiang Cheng, trenzado con sus hebras y su guan y él usa un peinado similar que envuelve la mitad de su cabello en un bollo y trenzas y la otra mitad cae lisa a su espalda. Tiene a Shuoyue en su cadera, pero Liebing en ese momento no descansaba en su poder y ahora se movía por los pasillos para buscar el pabellón donde su esposo está pasando el tiempo con su nieto, A-Xu. El heredero de Muelle de loto.

La música del xiao suena armoniosa pese a su inexperiencia. Está tocando la tonada que él compuso hace años para su esposo, y que le enseñó en ese verano a un niño de seis años. Ahora A-Xu muestra el fruto de su constante práctica a su abuelo, con una cara de concentración que estruja el punto rojo de los Jins y el pelo amarrado en una cola alta como su padre. Usa las túnicas de Yunmeng mientras está de visita en el muelle.

—Eso sonó hermoso —elogia al ver que el niño ha dejado de tocar. Se enrojece con el cumplido y luego sonríe sin un diente—. Un joven maestro debe ser bueno en todas las artes.

—No le hagas caso, yo nunca aprendí a usar bien un instrumento y soy el maestro de Yunmeng Jiang. —Despeina la cabeza del niño mientras el enorme Heian bosteza bajo los pies de su amo—. Sé bueno en lo que quieras ser bueno. Que te valga lo que digan los demás.

—¡Sí, Cheng-zufu! ¡Yo quiero ser bueno en el xiao como Huan-zufu! ¡Y le tocaré canciones a a-niang!

—Excelente, A-Xu. ¿Por qué no vas a buscar a tus hermanos? A-die debe estar cerca de venir.

—¡Sí!

El niño se levanta y casi hecha a correr antes de recordar que tiene el xiao en sus manos y regresar para devolverlo. Lan Huan lo toma, recibe la corta y apresurada reverencia del niño y luego lo ve correr por el muelle. Heian se levanta de los pies de Jiang Cheng y corre a seguirlo.

Solos en el pabellón, Lan Hua aprovecha para sentarse al lado de su esposo y disfrutar de la brisa veraniega. Según la notificación de Jin Rulan, estaría esa tarde en Muelle de loto y la familia se quedaría la semana completa para los festejos del festival de las flores. A madam Jin seguro ya se le notaría la pequeña barriga del quinto hijo. El pensamiento se corta al recibir el ligero golpe en su pecho.

—¿A-Cheng?

—Deja de ponerle expectativas imposibles a A-Xu. No todos tienen que ser Zewu-jun, el primero en el mundo de cultivo, señor perfecto amo de todas las artes.

—Oh, no era mi intención ponerle altas expectativas —Siente el peso de la cabeza de Jiang Cheng en su hombro y dirige su brazo para apretarlo más a él—. Pero como futuro maestro de Yunmeng Jiang, debemos asegurarnos de que su educación esté completa y el arte es parte de ellas. Además, ser bueno no significa ser el mejor.

—Hmm.

—Mi esposo se ha ablandado.

—Solo no quiero que crezca pensando que es insuficiente.

—Jamás. Nos aseguraremos de eso.

—Debí ser mejor para A-Ling. Más blando, más sereno.

—Le diste más de lo que tenías, A-Cheng. Sin herramientas, en duelo, intentaste lo imposible y lo llenaste de amor y seguridad. Él perdonó tus falencias y agradece tu persistencia, ahora podemos ser mejores con nuestros nietos.

Se permite el silencio. Sus dedos se mueven a la oreja de Jiang Cheng y acaricia allí, a veces rozando el borde de la cinta violeta que oculta sus párpados. Han pasado diez años de su sacrificio. En algún punto, el mundo de cultivo llegó a la unánime conclusión de que Sandu Shengshou sí podía tener corazón y su corazón era de la medida de Jin Rulan, el hijo de su hermana al que crio como suyo. En esa narrativa él era un ladrón, pero a Lan Huan no le importó robar un poco de espacio para hinchar con su propio amor el corazón de Jiang Cheng hasta que tuviera mucho más a lo que amar.

Jin Ling conoció a la prima de Nie Huaisang en una convención entre sectas, el cortejo fue casi inmediato. Jiang Cheng y él están seguros de que Nie Huaisang movió muy bien sus cartas para no solo asegurar la alianza de los Nie con los Jin que fuera próspera, sino la de Yunmeng Jiang y Gusu Lan por defecto. Pese a que las intenciones políticas de Nie Huaisang fuera esa, la dama se ganó el corazón de incluso Jiang Cheng, contra todo pronóstico: era suave de carácter, divertida, alababa a Jin Ling por sus talentos y amaba pintar los jardines de la torre Koi.

El primer llanto de la torre fue el nacimiento de Yang-er. La bebé gritó con todos sus pulmones su presencia allí y es una hábil arquera que mejora con el paso del tiempo. El heredero de la torre koi es ChenChen, nació un año después de su hermana y, a pesar de su carácter travieso, ha mostrado mucha curiosidad por las espadas. A-Xu, el tercer hijo, es el heredero de Yunmeng Jiang. Diferente a sus hermanos prefiere las artes, pero tiene fascinación por el baile que se puede recrear con Zidian y Jiang Cheng no duda de que podrá encontrar su propio estilo de pelea con ella, sin la forma sangrienta con la que tuvo que aprender él en medio de la guerra. El pequeño XianXian-er ya caminaba la última vez que lo vio. Parece tener una curiosidad innata a todo lo que tiene que ver con la pintura y la tinta. A saber, qué será del quinto que viene en camino.

Lan Huan describió los rostros de cada pequeño y guio las manos temblorosas de Jiang Cheng a cada rostro redondo para que fuera a conocer a cada nieto. Dibujó con palabras las expresiones de Jin Rulan cuando conoció a cada uno de sus hijos. Una noche, Jiang Cheng le dijo: «¿Cómo iba a quitarle la posibilidad de conocer esta alegría?». Esa noche había recordado que estuvo en el parto de su hermana al lado de Jin Zixuan y que el primer momento en que vio a Jin Rulan, supo, que estaba condenado a amarle.

Se convirtió en el niño de sus ojos.

Los gritos anuncian la llegada de la comitiva de los Jins. Desde el pabellón, puede ver la figura de los tres niños vestidos de morados saltando en el muelle mientras saludan con sus brazos en alto la llegada de su padre.

—¡Jiujiu! —se escucha a lo lejos. Heian ladra en respuesta.

Y a pesar de que atardece, llegó el sol.

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Notas de autor: Y así termina la historia. Quizás escriba algunos extras con escenas que me quedaron en la cabeza.

Espero que hayan disfrutado del fic. Los amo mucho, son geniales, me alegraron muchísimo esta semana.

El niño de mis ojos (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora