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Harry despertó a las seis en punto, como de costumbre. Se bañó con agua fría y tomó sus pastillas para ocultar su aroma, bebió su café negro sin azúcar mientras leía el último informe de su empresa y prefirió no comer nada hasta el almuerzo. Tomó aire con la mano en la manija de la puerta y se preparó mentalmente para viajar en metro otra vez.

El recuerdo del día anterior lo hizo detenerse de golpe y fruncir la nariz.

Había sido algo extraño, la forma en que aquellos ojos seguían rondando su mente. Harry nunca prestaba atención a nada, a nadie. Decidió ignorar lo que su alfa pensaba, era un experto en pretender que su lado animal no tenía voz ni voto en su vida.

Con la bufanda enredada en su cuello salió de su departamento decidido a ignorar los eventos anteriores, nunca volvería a cruzar caminos con aquel omega después de todo.

La estación de metro quedaba cerca, era una mañana fría y sólo pudo pensar en que navidad llegaría pronto y que debía encontrar una excusa para Niall y otra para su familia.

Odiaba las fiestas.

Odiaba que siempre preguntaran lo mismo.

¿Cuándo vas a sentar cabeza? ¿Por qué no te has enlazado? Ya casi tienes treinta años.

No, tenía veintiséis años, era absurdo.

Estar enlazado estaba sobrevalorado, él era feliz siendo un alfa soltero que daba la impresión de ser beta y con un sólo amigo en su vida manejando la empresa que había construido con sus esfuerzos sin tocar un sólo centavo de la cuenta de su familia.

Era la definición de éxito, no necesitaba nada más.

Bueno, eso era mentira.

Necesitaba su jodido auto.

Se ajustó la bufanda y cuando se detuvo a unos metros de la multitud, lo vio.

Vestía un suéter al manos tres tallas más grandes, tiraba de su amigo morocho que parecía no querer moverse mientras cargaba dos mochilas. Harry se detuvo observándolo sin darse cuenta.

Notó como las mochilas caían de su hombro y luego reía, el otro omega comenzó a reír también.

Harry sonrió.

Luego frunció el ceño cuando se dio cuenta y desvió la mirada. El metro llegó y como de costumbre todos entraron como animales, incluso el morocho pero no vio al otro chico hasta que las personas dejaron de amontonarse para subir.

También estaba esperando, abrazaba su mochila contra su pecho y cuando estuvo el camino libre, entró.

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Louis se quejó en voz baja, ahora no tendría lugar y tenía mucho sueño. Zayn era escurridizo pero Louis era bastante torpe como para meterse entre cuerpos y salirse con la suya. Lo buscó con la mirada pero no lo encontró, maldito, había encontrado un lugar.

Alguien entró tras él y las puertas se cerraron, Louis alzó la vista por reflejo y lo vio. Se encogió en su lugar.

Llevaba una bufanda color tinto que combinaba con su corbata, los rizos lucían húmedos y sólo pensó en que se había duchado antes de salir, lo observó de pies a cabeza y sus ojos volvieron a encontrarse.

Louis parpadeó, el extraño hizo lo mismo.

Alguien pidió permiso para pasar, dos asientos desocupados frente a ellos. Carraspeó sin saber qué hacer.

subwayWhere stories live. Discover now