♯𝙟ū

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«—Unnie, ¿podemos vernos en el parque? Ahora»

De sus labios salió un suspiro tembloroso. Frotó sus brazos para tratar de entrar en calor, debió traer una chaqueta con ella, pero cuando salió de su casa solo pensaba en su objetivo, confesarse de una vez por todas.

Aunque salió con la confianza por los cielos, ahora, sentada en una banca del parque, se sentía quizás demasiado nerviosa. Tenía un nudo en el estómago y sentía que podía desmayarse en cualquier momento. La idea de regresar a su casa y olvidar todo este asunto parecía muy tentadora.

—No —dijo con firmeza—. Eres fuerte Jihyo, puedes hacerlo. Tu puedes, claro que puedes.

Una cosa era decirlo y otra creerlo. Estábamos hablando de su corazón después de todo, y los asuntos del corazón no eran ningún juego.

«—Iré»

Fue todo lo que decía el mensaje cuando Sana contestó. Eso solo la puso más nerviosa, nunca recibió una respuesta tan... seca.

Sana era alguien que escribía largos textos junto con varios emojis, por eso el mensaje la dejó inquieta.

«—Estoy en una de las bancas cerca de la fuente»

Después de eso guardó su celular en su bolsillo trasero, entonces intentó calmar su corazón que amenazaba con salirse de su pecho.

Pasaron alrededor de cinco minutos cuando la vio. Estaba al otro lado, pasando la fuente buscándola con la mirada. Al ver a Jihyo no dudó en acercarse y sentarse a su lado.

—Hola —saludó.

Jihyo no sabía muy bien que decir, las palabras se quedaban atoradas en su garganta, pero como pudo devolvió el saludo un poco torpe.

Entre ambas se creó un silencio incómodo, algo que nunca había sucedido en todos sus años de amistad.

—Sana...

—Jihyo...

Hablaron al mismo tiempo y luego callaron abruptamente.

—Tú primero Sana—sonrió pequeño.

—Tranquila, puedes hablar primero, después de todo fuiste tú quien me citó aquí.

Sana habló con seriedad sin romper el contacto visual en ningún momento poniendo a la menor en un estado delicado. Pobre de su corazón.

Tomó una larga respiración para reunir el valor para hablar. Se suponía que iba a ir a confesar sus sentimientos por fin, pero por supuesto, estábamos hablando de Park Jihyo, y como olvidar que la pobre no actuaba bien bajo presión.

—¡Sana quiero que me beses! —exclamó con todo su cuerpo temblando.

—Jih-

—¡Te pag...

Sus palabras fueron ahogadas cuando Sana unió sus labios en un sorpresivo beso. El color subió a las mejillas y orejas de la pelinegra, quedando en shock a tal punto que no pudo corresponder, ni siquiera su cerebro procesaba nada. Ahora estaba más que claro que quedó completamente frita.

¿Dios? ¿Eres tú? ¿Ya estoy muerta? Esto no puede ser real.

El pequeño beso llegó a su final cuando la mayor se separó sonriendo por primera vez.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes pagar por un beso? —rió con suavidad—. Los besos se roban.

Jihyo quedó congelada, no se movía ni parpadeaba, sumando el color rojizo en todo su rostro fue suficiente como para preocupar a Sana.

¡Te pago! Ꞝ SahyoWhere stories live. Discover now