Pressures

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Cuando abandonó sus aposentos junto a Hyunjin no pudo estar consciente a tiempo de las miradas que las sirvientas y mayordomos les daban, se encontraba demasiado inmerso en la explicación del mensajero de la muerte.

— Entonces puedes dejar que los demás te vean sin problema. — atravesaron el pasillo, Seungmin quería entender lo que Hyunjin le decía pero por alguna razón todo parecía dar vueltas en su cabeza dejando en exposición solo pequeñas partes de la información.

Hyunjin asintió cortamente, sin mirarlo, entonces señaló con la cabeza hacia el frente de ambos.

— Por ejemplo, ahora mismo no pueden verme, así que te ves como un demente.

Seungmin observó a la servidumbre que lo expectaba. Carraspeó antes de decidir ignorar la presencia, invisible para todos excepto él, de Hyunjin.

Cuando llegó al comedor toda su familia se encontraba reunida y no dudaron en vigilarlo en cada uno de sus movimientos. Seungmin empezaba a sentir que le temblaban las manos por la frustración de cómo lo trataban ahora que sabían todo.

— Buenos días.

Todos correspondieron su saludo con cortesía.

Esa mañana no oraron, pasaron directamente y en silencio al banquete. Mas sin embargo Seungmin podía sentirlos cavar un hueco en su cabeza, como si temieran de que desapareciera si tan solo pestañearan.

Le ponía los nervios al tope de la barra y se sentía como una bestia que rugirá al primero que le dirigiera la palabra. Nunca había soportado las miradas insistentes y menos cuando estas escondían intenciones detrás.

Se apresuró a terminar y en cuanto lo hizo se levantó de un salto, alertando a todos.

— Iré a mis clases, con permiso.

— ¡Seungmin!

Se giró de mala gana. — ¿Qué ocurre, padre?

— Cancele tus clases, hasta que no te hayas confesado quiero que pases tiempo con tu amada.

Quiso gritar. Tenía la exclamación atorada en la garganta, ahogándolo. Era exasperante la forma en que su padre trataba de ayudarlo pero él no lo apreciaba, no ahora. Tenía todo bajo control, el avance que obtuvo con el tiempo le parecía perfecto, justo a su manera, sin ser demasiado apurado.

¿Por qué las cosas tenían que cambiar así?

Sin embargo, no contestó nada forzado. Una parte de él aún sabía que su padre solo quería su bienestar, y que trataba de evitar a toda costa lo que ocurriría si no se confesaba. Era comprensible, de cierta forma y hasta cierto punto.

— Iré a dar un paseo.

Abandonó el comedor antes de que alguno pudiera decir algo más. Corrió hasta su habitación, tomó un papel de papiro y escribió en él apresuradamente, en cuanto acabó se lo entregó a una de las sirvientas y ordenó que se le fuera dado al Rey después del almuerzo.

Caminó con pasos furiosos y mandíbula apretada hasta los establos y abrió las puertas de par en par. Holt relincho cuando lo vió acercarse a su corral, como si sintiera su tensión.

— Ellos están preocupados. — dijo una voz a sus espaldas que luchaba por alcanzarlo.

— Ya lo sé.

Ató las correas del caballo, ajustó la silla y se deshizo del seguro del corral, cada uno de sus movimientos precisos y tensos. Hyunjin lo observó, intrigado y sorprendido, el aura del príncipe se sentía como una marea intranquila que se preparaba para la tempestad, el mensajero de la muerte tenía curiosidad.

In Love With DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora