05 | Bienvenida

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Martes 08 de febrero 2118.

—¿¡Podrías ir más despacio!? —Se queja Parys.

Cepillo su pequeña cabellera pelirroja con el cepillo de cerdas de fibra natural que le ha regalado mi madre hace unos meses por su cumpleaños. Hoy es el gran día que todos temíamos que llegara en algún momento. Me mira por el reflejo del espejo. Su semblante —al igual que el mío— se ve triste.

No me aterra demasiado el hecho que nuestra vida, de cierta forma, este en peligro, si no, que es lo que haremos estando tan lejos de casa. Me aterra más la vida de mis hermanos que la mía. Estando tanto tiempo sin salir a la sociedad es lo que más me aterra. ¿Cómo debería actuar con el resto de los Gholdns? Son pocos los que he conocido en mi vida, tomando en cuenta a mis vecinos.

—¿Ya están listas? —Dice mi madre, entrando a la habitación.

Cierra la puerta detrás de ella y camina hacia nosotras. Toma el cepillo y termina de peinar a Parys, sujetando solo la mitad de su cabello. Me jala del brazo y me pone junto a ella. Nos miramos al espejo y puedo ver lo diferentes que somos físicamente, pero lo parecidas que somos en nuestra personalidad.

Siempre he escuchado a los vecinos murmurando sore por que ninguno de nosotros es lo suficientemente parecido a nuestros padres. Aidan y Flynn son los únicos que tienen más parecido entre ellos, al igual que Parys y yo, aunque es menor. Supongo que por eso todos nos miran extraño, por no ser lo suficientemente parecidos y parecer una familia, pero realmente ¿Quién ha declarado que los miembros de miembros de una familia deben ser físicamente iguales para serlo? Mi madre sonríe mirándonos a través del espejo. Parys y yo tenemos los ánimos por los suelos. Mi madre frota nuestros hombros, intentando animarnos.

—¡Feliz cumpleaños, Amber!

Se gira hacia mí y me da un cálido abrazo. Aun sin muchos ánimos, le devuelvo el gesto. Parys se une al abrazo. De pronto, se abre la puerta y entra papá, Flynn y Aidan, quienes también se nos unen.

—Me están asfixiando —digo, con la voz en un hilo.

Se separan y mis padres nos miran con una gran sonrisa, aunque sus miradas dicen todo lo contrario. Están con los ánimos igual o peor que el de nosotras, lo sé.

—Quédense aquí. Les tenemos una sorpresa —menciona mi padre.

Ambos salen de la habitación y todos nos miramos extrañados por su comentario. ¿No se supone que es mi cumpleaños? No quiero ser grosera, pero la sorpresa debería ser solo para mí. Al cabo de unos minutos, vuelven, con las manos detrás de su espalda.

—Queríamos darles esto antes —comienza a decir mi madre—, pero preferimos que este sería el mejor momento.

Extienden sus brazos hacia nosotros y nos entregan una caja a cada uno. Esta cubierta con un papel color negro, con líneas rectas, formada por tres puntos cada una. Mis padres se miran, cómplices.

Mi padre me mira y hace un ademan con su mano, dando a entender que yo comience a abrir mi obsequio. Rasgo el papel y quito la tapa. Es una hermosa pulsera negra, con tres puntos grabados a un costado, al igual que una 'A', ambos de color plateado.

—Gracias —digo, con la voz en un hilo—, es un bonito detalle.

—Es para que no te sientas sola, en los momentos más difíciles —dice mi madre, dando un casto beso en mi mejilla—. Tiene algunas funciones. No es una simple pulsera.

Frunzo el ceño y mi padre me ayuda a colocar la pulsera en mi muñeca izquierda. Parys comienza a abrir su regalo de la caja, que en su interior contiene un lindo anillo de plata, con un dragón grabado. Mira a mi madre con el ceño fruncido.

REVOLUTION: La Primera NaciónWhere stories live. Discover now