1. La verdad.

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Charly

Iba con la jeep a toda velocidad por la carretera. Mi mente trataba de formular respuestas, pero nada, no llegaba ni una sola idea, como si hubiera perdido la conexión de mi mente y estuviera completamente en blanco.

El lugar que mencionó Lucio, era una casa a las afuera de Medellín que recordaba casi a la perfección, fui millones de veces con él y con mi tío, cuando era pelado. Luego me fui del país, y según supe, mi tío le regaló ese pequeño terreno a Lucio para que viviera junto a su mujer.

Mi teléfono volvió a sonar.

Saqué aquel dispositivo ruidoso de mi bolsillo, y esta vez Tamy era la que me estaba llamando.

Mierda. Olvidé por completo nuestro encuentro.

— Charly, ¿venís o no? —preguntó demandante, y por su tono pude deducir que estaba enfadada.

— Ehh, —dudé— No, no lo creo. Disculpáme.

— ¿Vos estas bien? —Por más que no quisiera, ella me conocía al derecho y al revés. Incluso más de lo que me convenía.

— Sí. Ve, estoy ocupado ahorita. Nos vemos después. —no sé si lo último lo dije como afirmación o como una pregunta.

— Chao pues. —Si ella estaba molesta, yo lo estaba el doble. Es difícil conseguir uno de estos encuentros con Tamy, y me dolía en lo más profundo cancelarla. Pero debía salir de la duda.

En un par de minutos más, ya había llegado. El corazón me comenzó a latir más rápido de lo que me esperé. Mis manos comenzaron a sudar, incluso hasta la boca me comenzaba a saber mal, y mi cabeza no paraba de dar vueltas, con miles de incógnitas sin ninguna respuesta.

¿Y si Tamy realmente era una sapa de la DEA?

¿Sería capaz de dejarla ir?

¿Podría perdonarla?

¿O debía hacerle pagar sus mentiras?

Creí que estaba exagerando. Capaz era todo parte de una mentira ingeniada por él para hacerme venir hasta acá y yo me estaba aproximando mucho. Me obligué a desechar todas esas ideas de mi mente y
bajé del jeep.

Me acerqué y cuando llegué a la pequeña casita, toqué la puerta. No recibí respuesta, así que, insistí tocándola nuevamente.

— Ya vaaa. —soltó una voz femenina que supuse que sería la mujer de Lucio.

Primero se asomó por la ventana, y al ver que se trataba de mí abrió la puerta, con cierta desconfianza.

— ¿Qué lo trae por acá? —indagó de manera directa.

— Verás.., Lucio me mando aquí...

— ¿Vos sabes algo de Lucio? No me contesta desde ayer, estoy preocupada por mi mono. —preguntó antes de que pudiera terminar.

¿Debía decirle lo que sabía a esa mujer?

Seguramente si fuese buena persona le contaría la situación de él. Pero no lo era. Y la verdad no estaba para consolar a una mujer viuda.

Fui con un objetivo y volvería con un objetivo, lo demás no era mi cuento.

— No. No sé nada de él desde anoche. —mentí tan naturalmente, que hasta a mí me asustó lo bien que podía fingir—. Pero me habló de unas fotografías ¿Vos sabés algo de eso?

— ¿Fotos? —hizo una mueca como si estuviera tratando de recordar, y esperaba en lo más profundo que no recordara nada, que sea una simple mentira del hampón de Lucio. — Ahh, sí, algo me mencionó.

Tu propia trampa (charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora