2. Sed de venganza.

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Yeimy.

Luego de que Charly me haya cancelado repentinamente en mi apartamento, me dediqué a preparar algo para comer. Aunque no se me da tan bien la cocina, algo logré preparar, y ahora mismo me estaba sirviendo la comida mientras que en el televisor se trasmitía el canal de Zulma.

Después de la muerte de Manín, me sentía mucho más relajada. Todo era mucho más fácil de esta manera, sin la presión de Rizzo, sin Manín dando vueltas. Y ahora más que nunca debía terminar de hundir a Charly.

Zulma desde la tv fue la que se robó mi atención.

— Tenemos notición. En exclusiva, les informo que nos acaban de confirmar la muerte de alias Lucio. Sicario y mano derecha del difunto narcotraficante Duver Cruz, alias Manín.

Casi expulsé por la boca todo el jugo que estaba bebiendo.

— En unos instantes conversaremos con el detective Contreras para más detalles. —informó, al tiempo que se iban a comerciales.

Solo una cosa o más bien persona se me vino a la cabeza: Charly.

Ya me parecía bastante extraño de su parte que me cancelara a última hora, sabiendo que venía rogando desde hace un buen tiempo. Y con esta última noticia, algo en mí me confirmó que él tenía que ver con la muerte de Lucio. O que la muerte de Lucio había impedido que nos viéramos hoy.

Escuché mi celular sonando desde la cocina, me levanté del sofá  y me encaminé hasta allí.

Llamada entrante de Juancho.

Pecesita, ¿viste las noticias? —preguntó él, con un entusiasmo en su voz que me sorprendió. Casi estaba más feliz que la misma policía.

— Sí. Ve, estoy segura que Charly tiene que ver con todo esto.

— ¿Charly?

— Sí. Hoy habíamos quedado en mi apartamento y de un momento a otro me dijo que estaba ocupado, no sé qué mierda, y ahora sale que Lucio está muerto ¿No es todo muy raro?

— ¿Y para qué habían quedado en su apartamento?—sonaba molesto, y a mí me molestaba aún más que él creyera que tenía atribuciones sobre mí, o que esperara explicaciones de mi parte. Se creía mi padre, o peor aún, mi pareja.

Lo peor fue que ni siquiera me prestó atención con lo que realmente importaba. Como si él eligiera qué oír y que ignorar.

— Pues nada, Juan, eso no importa. —trate de evadir el tema sin demostrar lo mucho que me enfadaba.

— Claro que importa. O sea que si ese man no te cancela ¿Ustedes qué? ¿Se volvían a acostar?

— Si es necesario sí. —sabía que no eran las palabras correctas, y sabía que la respuesta que traía de su parte iba a ser aún peor. Pero de todos modos las solté.

— No sé qué mierda te pasa, Yeimy. —se mantuvo en silencio unos segundos— O es que.. A vos te quedó gustando el perro de Charly ¿No es así? Eso es lo que pasa.

Ese fue el comentario que colmó mi paciencia.

No solo me dolía el comentario, sino de quién venía. Juancho era de las únicas personas a las que les había contado la historia completa, lo mucho que sufrí por culpa de Charly. Y que ahora venga a decirme esto me decepcionaba.

Quería decirle un millón de cosas y a la misma vez preferiría quedarme en silencio. Sinceramente, no quería desgastarme con él. Pero preferí hablar, antes de que mi silencio tuviera un sabor a afirmación.

— No, Juan. No me quedó gustando el perro de Charly —le escupí sus propias palabras con asco—. Yo a Charly lo odio, y lo voy a odiar el resto de mis días. Pero vos no tenés porqué entenderme, al fin y al cabo la que estuvo diecisiete años en la cárcel fui yo, no vos.

Tu propia trampa (charleimy)Where stories live. Discover now