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El bullicio que había en el salón hacía que mi cabeza comenzara a doler. Escuchaba gritos por todas partes y habían dos chicas rodeando mi banca en busca de algo atención.

Mi rostro se mantenía sereno, imperturbable, pero eso no duraría mucho. Empezaba a hartarme y sólo quería tomar todas mis cosas para irme del salón y no entrar a ninguna otra clase.

La puerta de pronto se abrió y una menuda chica con cabellos castaños cobrizos entró. Sentí a las dos chicas acariciar un brazo cada una, aún así mi mirada se mantuvo atenta a la intrusa. Me había perdido en sus hermosos ojos de cachorro que se escondían detrás de unas enormes gafas, en su diminuta nariz y en sus pequeños, pero pomposos labios rosados.

Las chicas comenzaron a parlotear y decir cosas que no comprendía y que se me hacían sumamente molestas; sin embargo, pasaron a segundo plano, porque era aun más molesto las sensaciones que despertaron en mi pecho tras conectar miradas con aquellos ojos color chocolate.

Unknown wordsWhere stories live. Discover now