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Sus ojos eran una ventana hacia otro mundo. Tan expresivos que con tan solo una mirada comprendías hasta el más complejo sentimiento que su corazón albergaba.

No me cansaba de verlos, me había perdido en la inmensidad de ellos. Eran tan profundas como el mar, y yo me sumergía, estaba sediento de más.

Cada que me miraba, mi cuerpo entero se estremecía. Sintiendo hasta en el más mínimo rincón su presencia. Mi corazón cada vez profundizando lo que sentía.

Y mi ser cada vez más necesitado de expresar las mil y un emociones que despertaba en mí. Pronto se convirtió en mi musa, siendo la inspiración de lo que tocaba, pero nunca la razón.

No creo que nada se pudiera comparar a la perfección que ella era. Sólo me quedaba verter un poco de lo mucho que hablaba a través de sus ojos.

Unknown wordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora