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Crowley conducía por las afueras de la ciudad para llevar a su hermana y su novio a su casa en Tadfield. El silencio reinaba dentro del vehículo y es que ¿sobre que hablar con una persona que no has visto desde hace 16 años? ¿Le hablas casual sobre tu día o le reclamabas por no estar presente tanto tiempo? No, el pelirrojo no le guardaba rencor a su hermana, al final de cuentas no fue ella quien lo envío al internado. Sus malas actitudes fueron las que lo terminaron por apartar de su familia, su odio hacia su padrastro y su decepción contra su madre fueron las causantes de todos sus problemas y desastres. Sintió su nariz arder y sus ojos humedecerse, se limpio la cara con una mano y le dio a su hermana una rápida sonrisa para despistarla. 

- ¿No eres ya muy grande para seguir viviendo con mamá? - pregunto el más joven de los hermanos con sarcasmo.

- Muy gracioso Jazmín - contesto burlona la de anteojos haciendo a su hermano sisear - Sigo viviendo en Tadfield, pero ya no vivo en casa de mamá. Me mudé a una de las cabañas que está junto a la de ella, así si algo pasa estoy cerca. Pero tengo que ir a dejarle unas cosas a mamá y papá por eso te pedí que nos dejarás ahí. 

- ¡Vaya, Shadwell sigue con vida! - exclamo sorprendido el de ojos ámbar - ¿Cómo es que no mato a tu novio con su escopeta en cuanto lo vio? 

- ¿E-Escopeta? - 

Pulsifer miro asustado a su novia, quien solo negó con la cabeza. El viaje continuo en silencio, un poco menos tenso que antes. Al llegar a la cabaña Crowley bajo del auto y observo con nostalgia el patio delantero, lleno de flores coloridas y los columpios donde solía jugar con su hermana mayor y su papá. La lluvia que empezaba a caer quedaba perfecto con como se sentia en ese momento, Anathema tomo su mano sorprendiéndolo.

- Si te sientes listo puedes pasar a saludar, estoy segura de que les encantará verte después de tanto tiempo. - 

- No es que yo no me sienta listo es solo... - dio un suspiro - Tal vez después.

La morena asintió soltando la mano de su hermano para caminar hacia la casa. Toco la puerta y fue abierta por una mujer de cabello pelirrojo con bonita sonrisa, que recibió a su hija y su yerno con un abrazo. Cuando los dos jóvenes entraron la mujer miro hacia la calle, al ver a aquel muchacho recargado en un Bentley saludándola en silencio con una sonrisa torcida no pudo evitar soltar un jadeo sorprendido. En lugar de acercarse o hablar el de cabellos rojos solo subió al auto y arrancó a toda velocidad, aquello no molesto a la mujer, quien solo negó con la cabeza y sonrió.

- Me alegra verte de nuevo mi pequeño Anthony - susurro mientras cerraba la puerta. 

Y pocas calles adelantes de esa casa el viejo auto negro estaba estacionado con un joven pelirrojo recargado en el volante. Lagrimas de felicidad resbalaban por sus mejillas y una sonrisa boba adornaba sus labios ''Ella me sonrío, mamá me sonrío'' Eso era todo lo que pasaba por su mente. Limpio su rostro con la manga de su chaqueta y encendió el auto listo para regresar a casa. En eso su teléfono sonó, marcaba el número de Aziraphale.

- Ana... - su voz temblaba y se escuchaba entrecortada - ¿Puedo quedarme en tu casa por esta noche?

- ¡Aziraphale, soy Crowley por favor no cuelgues! ¿¡qué paso!? - al escuchar la voz tan lastimada del peliblanco encendió su auto - Si no me lo quieres decir no importa pero te lo ruego, dime donde estás.

- Estoy a dos cuadras de mi casa - dijo al fin en un susurro - Por favor trae a Anathema. 

- Lo haré, no te muevas de ahí. Llegamos de inmediato 

Apenas colgó y ya se encontraba frente a la cabaña sonando el claxon varias veces hasta que su hermana salió de la casa. 

- ¿¡Qué te pasa!? ¿¡Estás demente!? - exclamo abriendo la puerta del copiloto.

єηѕєñαηzα ιηєƒαвℓєDonde viven las historias. Descúbrelo ahora