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Sandaloph se estiro en la silla y dio un bostezo. Después de varios días de búsqueda pudo dar con el perfil de Facebook del ex novio de Gabriel, entro en opciones y presiono ''solicitud de mensaje''. Observo por mucho rato la pantalla, no pensó llegar tan lejos para ser completamente honestos. ¿Qué podría decirle? ¿No se vería demasiado acosador de su parte? Sin ideas cerro su computadora y se fue a dormir, no podía hacer más por ahora.

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- ¿¡Qué dijiste!? - grito Adán ante lo dicho por la de cabellos blancos, todos los que estaban en la cafetería lo voltearon a ver.

- ¡No grites, Adán! - regaño Pepper jalandolo. Miro a la chica con desconfianza - ¿Estás hablando en serio?

- Claro que lo hago, yo misma escuche al profe Belzzebup hablar con el profe Crowley. - Polución acomodo su cabello y continuo - No entendí muy bien algunas cosas porque llegué tarde a la conversación, pero lo que sea que paso después de que se reunieron en definitiva fue horrible porque el profesor Aziraphale también se veía deshecho.

Adán, Pepper y Polución se quedaron en silencio unos segundos, cuando estaban listos para sacar teorías entro corriendo Brian, agarro aire al llegar a la mesa.

- Tienen que venir, escuchamos al profe Bellz, a la profe Uriel y al profe Hastur hablar sobre lo que esta pasando.

Más rapido que nada los cuatro salieron corriendo, guiados por Brian. Cuando llegaron al lugar ya estaban ahí Warlock y Weynsdale escuchando todo, estos les hicieron señas a los recién llegados para que no hicieran ruido y se escondieran junto a ellos. Pararon oreja y se asomaron con cuidado por la puerta entreabierta del salón.

- ¿Sentiste esa tensión cuando ambos estuvieron en la sala de maestros en la mañana? - inquirió Uriel, la maestra de ingles - ¡Parecía que en cualquier momento se apuntarían mutuamente con un arma!

- Te juro que cuando los deje en el departamento de Crowley ayer ellos estaban perfectamente bien - declaro Hastur.

- Nadie te esta culpando, idiota - recrimino Bellzebup con cierta molestia. - Crowley esta de un humor de los perros, mucho peor que el mío, cuando intente preguntarle que paso me mando directo al carajo diciendo ''No es de tu puta incumbencia, no estes jodiendo''.

- De cuidado todo eso - la morena jugo con sus manos - ¿Han escuchado a Aziraphale enojado? ¡Es otra persona y da mucho miedo! Aunque a pesar de todo su enojo en ambos, también parecen decaídos.

- Debe haber alguna manera de saber que paso - el de cabellos negros miro por la ventana, algo llamo su atención - Oigan miren.

- ¿Ya se va? Pero si es temprano - el de cabello cenizo saco su celular y reviso el horario de clases. - Parece que ya no tiene más clases por hoy.

- Tenemos que hacer algo - susurraron los profesores al mismo tiempo. 

Los tres maestros solo vieron como el profesor de literatura subía a su moto y se marchaba del lugar. Por otro lado los niños se miraban mutuamente, no entendían muy bien muchas cosas, solo que su pareja favorita estaba en peligro y debían hacer algo. Se levantaron de ahí y empezaron a buscar soluciones, inevitablemente ambos seguirían viéndose fuera del horario escolar por el tema del huerto pero aún así necesitaban una excusa más grande para que se reconciliarán. 

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Aziraphale cargaba las cajas mientras esperaba a que el elevador se detuviera, se detuvo en el piso doce y salió de ahí. Caminaba con paso tranquilo por el pasillo en dirección a su nuevo departamento, conseguirlo había sido algo difícil pues estaba cerca de Soho, la cuál era una zona algo lujosa, pero nada que sus ahorros no pudieran cubrir por el momento. Se detuvo en la puerta 512, el lugar no estaba amueblado, solo contaba con un lavaplatos, un refrigerador y servicio de internet,  por ahora podría vivir con eso. Dejo todas las cajas en el suelo, para después el sentarse junto a ellas, dejar la casa en Tadfield entre las preguntas de Anathema y las preocupaciones de Madame Tracy fue complicado. No se quejaba de eso, agradecía la preocupación de ambas mujeres, pero entre más tiempo pasaba las ganas de quedarse ahí aumentaban y no sabia si podría resistirse a ellas. Saco de una de las cajas una cobija y una almohada, dos de las muchas cosas que la mujer le regalo antes de irse, cuando desdoblo la cobija un cuaderno de pasta dura cayo al suelo. Lo recogió con cuidado, una vez en sus manos lo analizo, poco menos de la primera mitad estaba en blanco, la tinta manchaba las hojas a partir de la segunda mitad del cuaderno, eran retratos suyos acompañados de pequeños escritos. Reconoció la letra de Crowley de inmediato, lo escrito ahí fácilmente podría confundirse con poesía de lo romántico y sentimental que era. El sonido del teléfono lo hizo salir de sus pensamientos, número desconocido.

єηѕєñαηzα ιηєƒαвℓєDonde viven las historias. Descúbrelo ahora