Capítulo 1

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Era de madrugada y las calles estaban frías en la zona roja de la ciudad.

Park Jimin, un joven con el cabello rosado, posaba con habilidad su helado cuerpo semidesnudo, haciendo lo posible por destacarse entre los demás omegas del montón. Parado en esa esquina, mostraba sus atributos lo mejor que podía a todo aquel que quisiera ofrecerle un par de billetes por una agradable noche de placer. Estaba desesperado por encontrar el calor de un alfa que lo reconfortara, y percibía cómo a cada minuto la temperatura bajaba.

Bufó con molestia.

No era un buen lugar para estar con poca ropa. Podría adquirir un grave resfriado vistiendo unos diminutos shorts de lentejuelas, sólo porque le gustaba que resaltaran la curvatura de su culo y sus muslos torneados. Los usaba junto a una camisa translúcida con el cuello demasiado abierto por el cual se vislumbraban las clavículas marcadas por la falta de comida.

Tiró para atrás su sedoso cabello mientras se removía con incomodidad. Los tacones le estaban matando y no consiguió ningún cliente esa noche. Las deudas de su destartalada vivienda no se pagarían solas, así que haría un gran esfuerzo por ganarse al próximo alfa que apareciera.

Sacó un caramelo del bolsillo trasero de sus pantaloncillos y se distrajo saboreándolo. El dulce de cereza le ayudó a calmar sus nervios hasta que la golosina se disolvió en su boca.

Apenas diez minutos después, una limosina negra dio vuelta en la calle anterior. Se deslizó con sigilo, como una pantera, hasta llegar al área donde los omegas de una noche ofrecían sus servicios. Quienes no estaban al tanto de a quién pertenecía el vehículo, se afanaban en menear sus caderas e inclinarse para resaltar sus pechos, exhibiéndose lo mejor que podían para un posible cliente. Las feromonas de excitación que liberaban hicieron que el pelirrosa gruñera con fastidio.

Pobres ingenuos.

La ventana del copiloto bajó hasta la mitad, lo suficiente como para revelar al conductor. Claro que Jimin ya lo conocía. Llevaba un año viéndolo manejar aquella limosina. El tiempo suficiente como para memorizar las letras y números de la patente.

Al ver cómo las últimas omegas rezagadas se alejaban de la ventanilla al ser notificadas de su rechazo, el joven de shorts se acercó con una sonrisa falsa. Se apoyó contra la puerta y observó dentro. El aroma del alfa al volante lo azotó.

–Es una noche muy bonita, ¿no crees Namjoon? –susurró Jimin, usando su tono coqueto para molestarlo.

–No busque pelea, señorito Park. Ya sabe lo que tiene que hacer –le habló el contrario.

Namjoon era un alfa de mediana edad, corpulento bajo el traje de marca que usaba reglamentariamente. Su cabello era tan oscuro como los lentes de sol redondos que llevaba, a pesar de que no le hacían falta en plena oscuridad. El omega sabía que el sujeto no se los quitaba, de modo que no había tenido nunca la oportunidad de ver su rostro por completo.

–Estoy trabajando, Nammie...

Los lloriqueos del pelirrosa eran en vano. Ambos sabían que no había otra opción más que obedecer. Caso contrario, alguien se enfadaría con ambos.

–No me obligue a usar la voz de alfa con usted –gruñó Namjoon, posando la vista al frente a través del parabrisas y aferrando con fuerza el volante con sus manos enguantadas en cuero.

A veces le enervaba la actitud desinteresada y temeraria del omega. Estar allí parado con tremendas temperaturas esperando por ir a follar con un desconocido del cual no sabía absolutamente nada, era una tontería.

–Suba, que él lo está esperando y no tuvo un buen día.

–¡A mí que me importa! ¡Quién no está teniendo un buen día soy yo! –el tono de fastidio de Jimin se elevó en un tono agudo, llamando la atención de los prostitutos sobre la vereda. Le fruncieron el ceño por ser tan agresivo–. ¿Y ustedes qué miran? ¡Vuelvan a lo suyo! –les gritó.

Esclavo del Placer ║ Kookmin (Omegaverse)Where stories live. Discover now