Capítulo XIII

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Su visita en aquel planeta había terminado más pronto de lo que ellas querían. Aunque permanecieron ahí durante varias horas, al inicio se acostaron en el campo que estaba en dónde la cascada, Barriss en cierto punto y sin darse cuenta había colocado su cabeza en el hombro izquierdo de Ahsoka para posteriormente rodearla con su brazo. Un rato más tarde optaron por salir y explorar un poco más antes de que oscureciera. Sin soltarse las manos caminaron por las bellas flores que habían recorrido hace un par de horas antes, con una gran sonrisa mientras hablaban de cualquier cosa que se les viniera a la cabeza.

– Entonces – dijo Ahsoka en cierto punto –. Siempre has querido viajar, ¿eh?

Barriss la miró por unos segundos, había olvidado que entre su emoción por el planeta le contó su amor por recorrer la galaxia.

– Si – dijo sonrojada –. Creo que sería interesante.
– Bastante, aunque igual viajamos mucho, pero.. 
– No es lo mismo – dijo Barriss moviendo su cabeza.
– Exacto – le sonrió.

En cuanto cayó la noche, ambas jóvenes se dirigieron a la nave para partir de aquel mágico lugar. Antes de subir, Barriss se detuvo por un instante, con una mirada nostálgica en su rostro, seguía sin creer que realmente existía, ella estaba ahí y era magnífico incluso de noche. Ahsoka, quien ya estaba arriba, se percató de la ausencia de Offee y se dirigió nuevamente abajo.

Barriss se había sentado al final de la rampa, con sus piernas dobladas y sus brazos sobre sus rodillas. Ahsoka se aproximó, justo detrás de Barriss, se agachó y le dio un pequeño beso en su cabeza, lo que hizo que Barriss levantara su cabeza sorprendida.

– Oh, lo siento. Estaba por subir – dijo.
– Está bien – dijo Ahsoka en un tono tranquilizador y se sentó a un lado.
– No quiero irme – suspiró
– Yo tampoco – respondió Tano colocando su cabeza en el hombro de Barriss.
– ¿Crees que…? – volteó a verla –. ¿Crees que en algún punto podamos encontralo otra vez?
– Si, eso espero – dijo con firmeza, lo cual calmó a Barriss.

Subieron juntas finalmente a la nave, la cual parecía no tener nada malo, y comenzaron a despegar hacía la inmensa galaxia. Lo último que pudieron observar fue una gran luz blanca que provocó el cierre de sus ojos unos segundos, después nada, ya no estaba aquel planeta. Así que tomaron nuevamente su curso hacia Naboo, planeando qué decirle a Padmé –y a Anakin, quien seguramente estaría al pendiente por holograma– sobre porqué habían tardado tanto en llegar.

•••

Habían llegado por fin a su verdadero destino. Naboo se veía tan reluciente, justo como los libros lo describían. Llegaron a la "pequeña" casa del lago de Padmé, aunque de pequeña no tenía nada desde la perspectiva de Barriss. Era increíblemente grande, un palacio lleno de flores y con una arquitecta impecable. Al entrar se encontraron con un gran recibidor en tonos blancos y beige, con pinturas bastante sutiles y con muebles que seguramente eran de oro.

La senadora Amidala no tardó en bajar a recibirlas, bella y carismática como siempre las saludó con una sonrisa enorme. En esta ocasión portaba un vestido azul celeste largo y un poco holgado, tenía algunas flores blancas en la parte inferior y conforme subían la cantidad iba disminuyendo.

– Es bueno tenerlas aquí. Ahora es mejor que se instalen mientras le aviso a Ani de su llegada – dijo aún sonriendo –. El droide las llevará a sus habitaciones. Siéntanse en la libertad de hacer y pedir lo que quieran.

Ambas padawans asintieron y siguieron al droide al segundo piso, llegando a un pasillo lleno de puertas. Se posaron en medio de dos de estas, debido a que el droide también lo había hecho.

PARADISE: APPEARS Where stories live. Discover now