3 Viejas discusiones

137 12 4
                                    

Durante el banquete, a 6 horas de que el ataque comenzara, el jefe tribal del norte, Unalaq, no había perdido una sola oportunidad para recordarle incesantemente al jefe Sokka el cómo la tribu agua del sur se había alejado de sus raíces espirituales, incluso Unalaq se atrevió a decir que el avatar Aang habría estado indignado por tanta falta de espiritualidad. Los invitados que llegaban a escuchar de paso la conversación se preguntaban cómo era capaz el jefe Sokka de mantener la calma ante tales reproches. Para cuando Unalaq pareció terminar su perorata, Sokka simplemente terminó de masticar su carne de foca y miró al jefe.

- Unalaq, por años has intentado que el sur sea como el norte, incluso tu abuelo y tu padre lo intentaron muchas veces. Tienes que entender que el norte no es el sur y el sur no es el norte. El avatar Aang, ¡Aang! Siempre consideró la tribu agua del sur su segundo hogar, incluso él nos ayudó mucho en la reconstrucción. Cuando no estaba ocupado en Ciudad República, claro. Aquí es verdad que no tenemos un sentido de la pantomímica "espiritualidad" como muchos viejos ancianos tanto les gusta defender. En el sur creemos que estar en paz con los espíritus, radica en estar en paz con nuestros compatriotas, no necesitamos templos y solemnizar cada festival con ritos y rezos sin sentido. Aquí somos familia y cada uno aporta algo ¿Qué ha aportado el norte al sur que no haya sido un intento de cambiarlo todo? ¿Qué hizo el norte con el sur durante 100 años de guerra? ¿Cuánta ayuda a enviado el norte a ciudad republica estos años?

Unalaq no podía emitir ruido alguno, la calma con la que Sokka le hablaba, el aspecto tranquilo y esa mirada serena que años de debates políticos y discusiones con líderes mundiales le habían otorgado, le daban el aspecto de un patriarca soberano. En ese momento, Sokka parecía más merecedor del trono en el norte que Unalaq. De reojo, el hombre joven miró al extremo de la mesa. Su hermano ni siquiera prestaba atención a la discusión, se dedicaba a reír y charlar con sus amigos y su familia.

Katara llegó antes de que el contraargumento de Unalaq estuviera listo, se puso entre él y su hermano y comenzó a hablarle a los dos de mejores cosas, cosas como comercio, viajes, rutas y esas cosas que ambas tribus tenían en común, dando de esa forma un punto a esa discusión que había durado ya demasiado tiempo y que todavía estaba lejos de concluir.

Al otro lado, degustando un especial comida vegetariana, Tenzin conversaba con varios nobles del reino tierra que habían logrado recibir invitación al gran evento. Conocido en las cuatro naciones como "el último maestro aire", era común para Tenzin escuchar más de una vez a una persona pidiéndole que hiciera aire control. Cada que sacaba la pequeña canica negra de su padre, no podía evitar sonreír; recordando como Aang solía decirle: «Cuando te pidan algún truco, no te preocupes por hacer algo fantástico como un huracán, a veces lo más simple, resulta ser mil veces más maravilloso».

Y tal como le había dicho, esa noche no fue la excepción, los nobles del reino tierra quedaron fascinados al ver como la canica giraba en el aire entre las manos del maestro. La charla siguió por un buen rato, hasta que Tenzin sintió el ligero temblor en la tierra. Al girar la mirada notó a su acompañante, Lin ya estaba de brazos cruzados y dirigiéndole esa mirada profunda que denotaba su enfado.

- Lo siento, sé que me entretuve un buen rato – le dijo sonriente tratando de aminorar el asunto.

- No me molesta que hables con los presuntuosos.

- Lo sé, lo sé, te molesta que hablemos del aire control.

- Quieres por favor no decirlo de esa forma. Lo haces parecer que odio que compartas lo que eres... sabes que no es así – Lin relajó su postura, tomó la mano de Tenzin, a pesar del frío del sur, su piel estaba cálida.

La Caída del Loto RojoWhere stories live. Discover now