7 El fin del Lobo Guerrero

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En cuanto Tenzin se perdió en la nieve, Sokka tuvo que esquivar 3 rocas, dos explosiones de combustión y 40 picos de hielo, que volaron hacia él.

El cansancio en sus piernas lo hacía tropezar y el movimiento de los 3 maestros lo dejaba completamente indefenso. En poco tiempo, los cortes en su piel y los jirones en los que se había convertido su ropa comenzaron a jugar en su contra.

Ninguno se acercaba lo suficiente como para que pudiera usar el bloqueo de chi y la espada más que arma le servía como defensa, sumado a todo Ming Hua había provocado el doble de neblina que la tormenta de por sí ya provocaba.

- No tengo toda la maldita vida ¡ATAQUEN!

En ese momento una roca fundida en magma le pasó rozando la oreja, quemándole parte del cabello canoso.

Con este indicio, Sokka sacó su bumerang y lo lanzó hacia la estela de humo que dejó la roca. Como el arma no volvió, Sokka tuvo que asumir esperanzado a que dio en el blanco.

No fue sino hasta que la propia Ming Hua se acercó a él con brazos de cuchilla, que confirmó que el bumerang había acertado. El guerrero se enfrentó como pudo a la maestra agua, pero por más ágil o veloz que fuera, podía acercarse, cada que estaba cerca, una explosión de combustión lo arrojaba a dos metros y pasaba de atacar a defenderse una vez más.

- No puedes contra nosotras – le espetó Ming Hua congelando su espada y lanzándola lejos - ¡Patético no maestro!

- ... Personas como tú... siempre subestiman a los míos.

En un movimiento, Sokka aprisionó las piernas de Ming Hua y tal y como Sukki le había enseñado hace tantos años, las apretó tan fuerte que los huesos de ambas tibias crujieron. Ming Hua soltó un grito tan atronador, que la montaña rugió de vuelta. Casi al mismo tiempo, con sus brazos de agua creó una daga que lo atravesó por el hombro izquierdo.

Ignorando su propio dolor, Sokka rompió el hielo y poniéndose de pie golpeó a la maestra en el cuello, justo en el camino chi que la dejaría inconsciente por horas. Desafortunadamente esto no representó el final de la batalla; cuando apenas estaba recuperando el aliento, una explosión de combustión lo impactó a pocos centímetros, el hielo y la roca le hizo cortes en toda la cara y provocó que uno de sus ojos se cerrara y como si eso fuera poco, un río de lava comenzó a rodearlo, el maestro lava estaba despierto.

-Ming Hua – gritó el maestro lava yendo hacia el cuerpo en la nieve.

- Vivirá – exclamó Sokka y sacando su viejo cuchillo de diente de ballena se puso en posición de combate.

- Eres muy valiente anciano... O muy estúpido.

- ¡No tienes idea! –

Impulsándose con la roca que tenía tras de sí, Sokka logró saltar sobre el río de lava y maestro tierra y guerrero comenzaron a intercambiar una encarnizada pelea a golpes.

Ghazan era fuerte y Joven, sumado a que de cuando en cuando usaba rocas para golpear a Sokka, pero la experiencia de Sokka le permitió ganar ventaja y cortarlo varías veces.

- ¡Ya basta! – oyó el grito de una mujer.

P'li lo miraba fijamente con sus tres ojos y Sokka supo lo que ocurriría.

- ¡Hazlo!

- ¿Qué? – Ghazan miró a su compañera y por ese milisegundo de espera no pudo creerlo.

P'li les había disparado la más poderosa onda de combustión hasta el momento. La onda fue tan fuerte que Sokka dio contra la montaña, sintiendo como sus costillas, espalda y piernas reventaban. Ghazan por su parte, apenas logró enterrarse en la tierra, pero aun así el golpe alcanzó a aturdirlo un poco.

Para cuando la conmoción pasó y Sokka pudo abrir los ojos, tenía frente a él a los dos maestros. Ghazan llevaba en la mano un par de dagas de roca y P'li lo miraba fijamente. Pero eso no era todo lo que veía, acercándose a toda velocidad, apartando el viento y la nieve, iba su sobrino, magullado y medio muerto, pero luciendo todo su poder como maestro aire.

La mente cansada y dolorida de Sokka lo confundió y lo hizo viajar a un tiempo distinto.

- Aang – suspiró esbozando una sonrisa.

Los dos anarquistas se miraron confundidos.

- Todo se acabó – le dijo P'li con tono amenazante.

Sokka apenas escuchó estás palabras como un eco lejano, sus sentidos se enfocaban en el maestro aire que estaba a pocos metros de ellos. Entonces Sokka recordó un día en la nieve, cuando provocó la ira de su hermana y los dos descubrieron a un maestro aire. También su mente se transportó a una noche bajó las estrellas, con el cabello castaño y perfumado de Sukki en su pecho, el sonido de la noche y nada más que el futuro por delante; recordó los viajes de pesca con su padre, las reuniones con sus amigos, aquel día con su sobrino Bummi o la noche en que cargó por primera vez a cada uno de sus sobrinos, recordó su vida en un suspiro y volviendo a la realidad miró a sus oponentes. No los odiaba, no sentía ira o rencor, los dos le daban lástima, se veían perdidos, desesperados y esa era su mejor ventaja.

- Mientras... mientras yo respire... ¡Esto no se ha acabado!

Sokka saltó con su última fuerza y concentrándose en la maestra combustión usó el golpe de bloqueo de chi para darle directo en el tercer ojo. P'li rugió tan fuerte que solo la explosión bloqueada que la hizo volar hacia atrás logró superarla en ruido.

Para cuando Tenzin logró disipar el humo y la nieve, se encontró con los cuerpos de Ming Hua y P'li inconscientes en la nieve y a Ghazan siendo sujetado por el cuello, incapaz de moverse, pues tenía su mano bien firme en la daga de roca que atravesaba a Sokka por el torso.

- ¡No! – Tenzin quedó helado y sin pensarlo siquiera, arrojó a Ghazan hacia la roca con una burbuja de aire rodeándole la cabeza -. ¡MALDITOS! ¡MALDITOS SEAN! – gritaba una y otra vez mientras veía al maestro tierra retorcerse por conseguir aire.

- Tenzin – gritó Sokka con sangre saliendo de su boca. El maestro aire lo miró con lágrimas en los ojos -. No... no hagas algo que podría volverte como ellos. Tú no eres un asesino.

Dicho esto, cayó sobre la nieve, con la vida escapando por sus heridas. 

La Caída del Loto RojoWhere stories live. Discover now