9 Medidas extremas

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Dos días después de que los 4 prisioneros estuvieron instalados en sus prisiones, Tenzin se encontraba de vuelta en la isla de templo de aire, a pocos kilómetros mar adentro en la costa de ciudad república. Había deseado quedarse en la tribu agua del sur para los preparativos del funeral oficial de su tío Sokka, pero infortunadamente los asuntos de la ciudad lo habían obligado a moverse, sumado a todo, algunas de sus heridas no habían terminado de sanarle del todo, sobre todo los cortes en el pecho que Zhaeer le hizo con su daga.

Mientras luchaba por colocarse la túnica de maestro aire, giró esporádicamente la vista hacia su puerta; parada en el lumbral estaba Lin, usaba su uniforme de jefa de policía y lo miraba con cierto dejo de lástima.

- Lin – exclamó Tenzin esbozando una sonrisa. Luego quiso acercarse pero ella levantó una mano y apartó la mirada.

- Solo vine a disculparme – dijo ella con un tono de voz algo afligido -. Por lo que pasó aquí la última vez -. De reojo Tenzin miró por la ventana, algunos acólitos y maestros tierra voluntarios seguían reconstruyendo el patio.

- Fue culpa de los dos – dijo él adoptando una postura de descanso, propia de los monjes.

- No solo me refería a nuestra pelea, también me refería a lo que pasó en el sur.

- Lin, peleamos y por poco te matan... yo debería ser el que se disculpe, yo te presioné, yo no dejé de pensar en mí y en mis responsabilidades. Te dejé de lado Lin -. Arriesgándose a ser rechazado, Tenzin se acercó a ella y puso su mano en su hombro -. Yo soy el que tiene mucho porqué disculparse.

Lin miró sus profundos ojos gris oscuro y notó el dolor que ocultaban.

- Lo que pasó entre nosotros no fue tu culpa, somos muy diferentes y esto iba a pasar tarde o temprano -. Ella le tomó la mano y la puso en su mejilla, no la de la cicatriz, en la otra -. Y tampoco fue culpa tuya lo que le ocurrió a tu tío.

Las palabras de Lin abrieron la llaga que más profundamente le dolía a Tenzin, los dos se miraron y las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos del maestro aire.

- ¡Fue mi culpa Lin! Estábamos juntos y le hice caso cuando me dijo que fuera tras el traidor... lo dejé, lo dejé luchando contra tres maestros... lo abandoné -. Sus piernas no resistieron más y cayó al suelo hecho un mar de lágrimas. Lin se inclinó y lo abrazó con el amor y cariño de tiempos ya pasados.

- Nunca lo detuvo ser un no maestro, nunca sintió lástima por ello y nunca temió luchar por lo correcto. Sokka hizo lo que tenía que hacer... y tú también -. Lin le levantó el rostro con la mano -. Los dos salvaron al avatar y él estaría muy orgulloso de ti.

Los dos se quedaron abrazados por un buen rato, al final Lin partió dejando a Tenzin mirando como se iba por la ventana. Pasada un hora, Tenzin seguía viendo al horizonte, el sol caía dándole paso a la noche y él no podía dejar de pensar en lo agradecido que estaba, pues ese rompimiento fue mejor que el primero y al menos eso le daba paz.

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La Caída del Loto RojoWhere stories live. Discover now