10 La lápida en la tundra

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Las personas que llegaron al funeral superaron tanto el número esperado, que el recinto del palacio apenas logró acoger a un 20% de ellas. Había gente del reino tierra, de la tribu agua del pantano, de la tribu agua del norte, incluidos Unalaq su esposa y sus recién nacidos gemelos. Toda la comitiva de guerreras Kyoshi, sumado a un buen grupo de habitantes de la isla, también se hizo presente, maestros metal de las 3 academias más prestigiosas, y personas maestros y no maestros de todo el mundo acudieron a rendir sus honores a uno de los mejores líderes jamás conocidos no solo en la tribu del sur, sino en el mundo.

A Tenzin le costó trabajo reconocer al viejo Teo, desde que Sokka le había inventado un soporte motorizado que le permitía caminar, el hombre se mezclaba perfectamente con la multitud, a quien sí logró reconocer fue a la familia de la tía Ty Lee, Tenzin casi no la conoció pero sus hermanos hablaban de ella como una persona muy divertida y con un increíble talento para escuchar. Las guerreras Kyoshi presentaron un gran homenaje y entregaron el uniforme que Sokka portó en la batalla por la isla, lo mismo hicieron los alumnos de la academia Piandao en la nación del fuego.

Tantas personas pasaban al frente para contemplar la estatua y la lápida erigida en honor a Sokka, que el funeral se extendió por 3 días sin parar, 3 días en los que Katara y sus tres hijos se mantuvieron sin quejarse.

Para Tenzin resultó una experiencia algo extraña. Por un lado veía rostros afligidos por la pérdida prematura de un viejo amigo y por el otro se encontró con personas que recordaban a Sokka con una sonrisa y hasta reían al contar sus memorias. Al final más de mil personas se acercaron a su familia para dar las condolencias, entre ellos pasó la familia real del reino tierra, la familia de Zuko y la familia de Su Yin Beifong. Lin también estuvo presente los 3 días. Cuando Tenzin vio a las dos hermanas buscó por todos lados, pero no logró divisar a Toph Beifong.

- Creí que vendría – le dijo a su madre en un momento de quietud

- Ella vino... tenlo por seguro -. Respondió ella de forma tranquila.

Tenzin la miró algo confundido, pero no se atrevió a preguntar más, lo que sí, es que al tercer día, mientras salía a tomar algo de aire, alcanzó a visualizar una silueta vestida de beige y verde en lo alto de una colina. Apenas unos miembros del loto blanco lo distrajeron con palabras de condolencia por unos segundos, la silueta desapareció de la vista.

Terminados los honores de los presentes, Katara caminó al frente de todos y comenzó a hablar, dando inicio así con el discurso que daría fin a la ceremonia.

- Estos últimos días – comenzó guardando increíblemente la compostura -. Estos últimos días he visto muchos rostros familiares, amigos de tiempos pasados, compañeros y aliados. Todos compartiendo a su manera sus sentimientos, su dolor, pero también su felicidad.

"Recuerdo que al morir mi madre, fue Sokka y mi padre los que más me ayudaron a superarlo; y al morir mi padre, fue Sokka y Aang quienes estuvieron para mí. Cuando el tiempo de Aang llegó a su término, Sokka seguí como esa constante en mi vida. Él no solo fue mi hermano, fue mi maestro, mi compañero, mi amigo.

"No hay recuerdo en mi vida en el que él no esté ahí, fue mi hermano en las malas y mi hermano en las buenas. Fue mi guía y sin importar cuan difíciles o duros fueran los tiempos, él siempre sabía cómo sacarte una sonrisa. Mucho se habla de su labor como jefe en esta tribu, como estratega y como inventor... sí, Sokka era todo eso, pero además era un gran hombre; era alguien que sabía escuchar, alguien que jamás daba a nadie por sentado y siempre buscaba la forma de ayudar en algo.

"Nunca dejó que sus problemas afectaran la forma en la que trataba a las personas, siempre estuvo ahí para quien lo necesitara.

"Ese era mi hermano, más que un inventor, más que un guerrero, Sokka siempre fue un protector y lo fue hasta el último momento.

"Muchas personas se sorprenderán por esto pero... estos días, en los que he estado viendo la enorme huella que mi hermano dejó en el mundo, no los recordaré con tristeza. Y no lo haré porque eso es algo que él tampoco haría, él diría algún mal chiste y juntos compartiríamos una carcajada.

"Hoy decimos adiós a un gran hombre, pero no decimos adiós a todo lo que nos enseñó, a todo lo bueno que hizo en el mundo; no decimos adiós a sus logros, a sus sacrificios, solo decimos adiós a su cuerpo terrenal, pero no a su esencia, a su recuerdo, eso quedará con nosotros por siempre.

"Despidamos entonces al jefe, al amigo, al maestro... al hermano y sepamos que nunca nos dejará del todo, pues su espíritu y su recuerdo, vivirán por siempre entre nosotros.

Las personas, a pesar de que no era lo más común en un funeral, se levantaron y prorrumpieron la sala en aplausos, no un aplauso de histeria incontrolada, más bien como un aplauso de respeto colectivo.

Entonces Katara se apartó y les permitió a sus hijos Kaya, Bummi y Tenzin, en compañía de Zuko y otras personas más, el cargar la estatua y la lápida y en comitiva llevarla hacia el mismo templo en donde descansaba el avatar Aang.

Al caer la noche, la gran mayoría de asistentes ya habían partido a sus destinos, en el templo ahora solo quedaban las personas y familiares más directos en la vida de Sokka.

Katara entonces sintió a sus pies un ligero temblor, al ver que nadie más que ella reaccionaba, salió discretamente al aire frío de la noche. La tormenta de la captura había dado pie a una inmensa calma, con el cielo despejado y un leve viento soplando.
Igual que Tenzin, Katara vio la silueta verde y beige en lo alto de la colina. Ella entonces, haciendo uso de su agua control, se deslizó por la nieve hasta quedar a su lado.

- Viniste – le dijo entonces a su vieja amiga Toph Beifong, quien estaba parada frente a la lápida real de Sokka.

La mujer ciega tenía el rastro del llanto en sus ojos.

- Fue un gran discurso – bufó la maestra tierra.

- Pudiste escucharlo mejor estando más cerca.

- Prefería no estar rodeada de tantas personas. Es increíble que conociera a tantas.

- Sí... era muy popular -. Katara se sentó y al poco rato Toph la imitó.

Las dos mujeres pasaron un largo rato en silencio, contemplando una las estrellas y la otra sus pensamientos.

- ¿Ella estuvo aquí?

- Sí. Es muy...parecida a él.

- Ojalá pudiera decírselo... - Toph giró el rostro y sonrió débilmente.

- Estoy segura que la habría amado más que a nadie -. Un dejo de tristeza quebró la voz de Katara.

- No podemos lamentarnos por los errores del pasado, tú misma lo dijiste, no es la mejor forma de recordarlo.

- ¿Volveremos a verte? – preguntó Katara luego de un rato en silencio.

- Tal vez... eso nunca se sabe.

- Sería bueno que regresaras.

- Lo sé, pero no aún... yo aún no puedo -. Toph se levantó casi de un salto -. Fue un gusto volver a verte, Katara -. De nuevo le sonrió.

- Lo mismo digo, Toph

Y así sin más, la maestra tierra desapareció en un túnel subterráneo. Katara entonces se quedó sola en la colina. Mirando hacia el cielo.

- Las cosas no serán las mismas... espero que ahora los dos estén juntos y nos ayuden a no equivocarnos.

Tenzin entonces llegó al lado de su madre, la mujer lo miró y se percató del bello facial ralo y delgado que comenzaba a cubrirle las mejillas y el labio.

- Deberías dejarte la barba hijo, te sentaría muy bien.

Tenzin miró a su madre con ternura y no queriendo importunarla con muchas preguntas le respondió:

- Tienes razón madre, tal vez sea una buena idea.

Y los dos bajaron de regreso a la ciudad, para pasar una noche en familia, antes de que todos volvieran a sus actividades y el mundo girara para darle pie a un nuevo amanecer. 

La Caída del Loto RojoWhere stories live. Discover now