5 Cacería

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En cuanto P'li, Ming Hua y Zhaeer dejaron el palacio, se encontraron con Ghazan, quien ya había cavado un túnel para su huida.

- ¿Por qué demonios tardaron tanto? – les preguntó el maestro tierra en cuanto estuvieron cerca.

- El jefe Sokka nos alcanzó, tuvimos que neutralizarlo.

- ¿Está muerto? – Ghazan se quedó helado.

- No, el santurrón no me dejó hacerlo -. Ming Hua se apareció entre los dos de repente

- No somos asesinos, vinimos a hacer una tarea y eso es todo.

- ¡Sabes que debimos matarlos! Ahora todo el sur nos estará buscando.

- Para eso te pedí que te quedarás en el vehículo.

- Sabes cuanto aborrezco conducir esas cosas.

- ¡Ya basta! – gritó Ghazan – Alguien viene.

Los cuatro se pusieron en postura de pelea, quien se acercaba era Unalaq, usaba una túnica muy lujosa y avanzaba como si no le preocupara nada.

- ¿La tienen? – preguntó mirándolos a los 4.

- Sí, finalmente el momento de cambiar las cosas llegará -. Zhaeer mostró a la niña que llevaba en brazos.

Los ojos de Unalaq se encendieron como si hubiera visto todos los tesoros del mundo.

- La llevaremos a tu barco.

- No – espetó Unalaq.

- ¿Qué? – Los cuatro anarquistas lo miraron.

- El barco ya no es seguro, una maldita maestra metal encontró al resto de la orden... ahora debo quedarme aquí para no levantar sospechas.

- ¿Y entonces que esperas que hagamos?

- Deben irse por otro lado, rodear la ciudad.

- ¡Eso nos tomará toda una semana o más! – exclamó Ming Hua muy molesta.

- No tienen otra opción, si alguien los ve yendo a mi barco será mi fin...

- ¡Tú nos prometiste un medio de escape! – replicó Zhaeer.

- Y ustedes prometieron hacer esto de forma discreta. Que trabaje con ustedes no significa que sea uno de sus malditos locos extremistas.

En ese momento Ming Hua rodeó a Unalaq con hielo, pero éste apenas duró en ese estado unos miserables, segundos, al momento la nieve en los pies del loto rojo se tornó hielo y los aprisionó.

- Si pudiera tomar yo mismo al avatar para entrenarla, los dejaría aquí mismo en la tundra... saben lo que puedo hacer... no me reten -. Los cuatro se miraron entre ellos, habían oído rumores de aquel maestro agua que podía hacer sangre control sin luna llena.

Quien más sabía era Zhaeer, el tal Yakone había llegado a la tribu agua del norte con otro nombre, Unalaq claro lo reconoció al momento pero en lugar de apresarlo, le pidió que lo enseñara... nunca nadie había visto a Unalaq hacer sangre control, no siquiera en luna llena, pero tampoco querían arriesgarse, hasta ese momento, nadie además de Katara había podido darle pelea al agua control de Ming Hua.

- No soy su enemigo y no vine a generar una enemistad entre nosotros, sé lo que prometí y también cumplí con los demás acuerdos, pero la huida por el barco no es segura... la ciudad ya fue puesta sobre aviso, y les tomaría mucho tiempo y esfuerzo seguir ese túnel -. Unalaq señaló el túnel de Ghazan -. Busquen otro camino, no hay otra opción.

La Caída del Loto RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora