Epílogo

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1 año después


Raúl estaba de los nervios en su casa. Por fin llegó el día de la boda, no cabía en sí de ansia. Santana le colocó la pajarita. Sabía que él era capaz de hacerlo solo, pero a ella le hacía ilusión.

—Para quieto, me estresas— dijo la morena, agarrándole de los hombros.

Esa vez, dejó de lado sus vestidos sensuales y se decantó por un traje negro entero junto con unos tacones del mismo color. La chaqueta estaba abierta hasta por debajo del pecho, dejándolos a la vista lo suficiente para parecer atrevida. Se onduló el pelo, el cual había decorado con unas mechas rubias.

—Ni te imaginas lo que agradezco que estés aquí — Raúl se tocaba el pelo todo el rato y su amiga le dio un golpe en la mano.

Miró la hora. Su cara de estupefacción lo decía todo, por lo que el moreno ni se molestó en preguntar.

Ambos fueron con la mayor rapidez al coche.


Llegaron tarde al juzgado, donde los invitados esperaban impacientes su aparición. Santana se dirigió hacia los asientos de la primera fila, donde se encontraban los demás. Miró con orgullo a Josey y Chloé, que harían el papel de damas de honor. Javi estaba tan ilusionado con aquel momento que Helen le recordó varias veces la dirección del lugar porque se le olvidaba todo el tiempo. Íker agarró por la cintura a Clara mientras esperaban a que comenzara la ceremonia. A su lado, Rocksy y Ana estaban agarradas de la mano con una gran sonrisa.

Sergio miró al fondo del pasillo, donde Raúl se sujetaba del brazo de su padre. Se le veía radiante, tanto que se volvía a enamorar de él a cada segundo que pasaba. Cuando por fin estuvieron frente a frente, sus corazones se pusieron de acuerdo para latir al mismo compás.

En el momento que se dieron el <<sí quiero>>, Rafael empezó a llorar apoyado en el hombro de Santana.

—Pequeñín se ha hecho mayor— murmuró mientras la morena le acariciaba el pelo. La madre de él, que había vuelto de Rumanía solo para asistir a la ceremonia, le ofreció un clínex. A ambos les alegró que la mujer congeniara bien con la madre de Santana.

Al salir, Sergio tiró del brazo de su marido para llevarle a un lugar que era obligatorio visitar después de aquel acontecimiento tan importante en sus vidas. Se detuvieron delante de la lápida donde descansaba la madre de Raúl.

—Lo hemos hecho. Sé que sigues a mi lado y ahora estarás feliz. Gracias por cuidar de él mientras estuve fuera. Seguiré encargándome yo. Te quiero, mamá— el fotógrafo mandó un beso al cielo.

El modelo le dio un abrazo y después le llevó a visitar a otra persona.

—Es la primera vez que hago esto, nunca me había sentido capaz. Siempre admiré que tú lograras afrontar esa barrera y te atrevieras a venir — Sergio miraba la lápida que tenía delante. Se agachó para tocarla —. Mi querida Lucía, ojalá estuvieses aquí. Aún recuerdo que adorabas las bodas y me decías que deseabas ver la mía porque significaría que aún seguiríamos siendo amigos. Dejo esta rosa para que seas parte de ello. Te llevo en el corazón, pequeña— soltó la flor blanca. Un par de lágrimas recorrieron su rostro y Raúl le abrazó.

Cuando volvieron con los invitados, se detuvieron para dedicarse las palabras que antes no pudieron decirse.

—Siempre serás mi <<sí quiero>>— la voz de Sergio sonaba emocionada. El moreno acarició su mejilla, dedicándole una sonrisa.

—Siempre serás mi <<sí, te quiero>>.

Los dos se fundieron en un beso lleno de amor.

El librero aprovechó que se encontraban todos juntos para decir unas últimas palabras.

Abrázame como si nadie nos vieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora