❝ C u a r e n t a y s é i s ❞

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La noticia había llegado a él como un golpe, haciendo que reaccionara de la manera más brusca que podría imaginar.

De repente el gruñido ronco que YoonGi soltó, provocado en gran parte por su lobo, asustó a los hombres y mujeres sentados en la mesa de conferencias. A él y a su Alfa les enfureció que otros supieran del estado tan delicado en el que se encontraba JiMin. Pero, en parte, lo agradecía. Las personas presentes no abrieron la boca siquiera, conscientes de la situación. Nada ni nadie detuvo al pálido al verlo ponerse de pie, recogiendo sus cosas y yéndose en menos de cinco minutos.

Min no supo dónde había quedado SeokJin cuando dio un paso dentro de la mansión. Con el corazón en la garganta, estaba decidido a ir hacia JiMin.

Caminaba casi con desesperación, necesitando llegar más rápido. Subió las escaleras de dos en dos y no se detuvo a saludar a nadie, cuestionándose internamente con frustración porqué su dormitorio debía estar tan alejado. "Cuestiones de seguridad", le respondió su subconsciente, el cual aún parecía funcionar correctamente a pesar de lo que ocurría.

Al estar frente a su destino de llegada, con la respiración agitada, llamó a la puerta en tres fuertes y claros golpes.

 —¡No, vete! —fue la respuesta que recibió. La voz de JiMin sonaba débil, y se sorprendió cuando pudo oír un pequeño gemido ahogado, tras un chillido que aturdió a su Alfa.

—Soy yo, JiMinnie. —dijo suavemente. Volvió a escuchar un pequeño gemido lastimero, pero esta vez sonaba más tranquilo.

Al no escuchar otra negación que le impidiera entrar abrió con sumo cuidado la puerta, sin desear asustar en lo mínimo a JiMin. SeokJin no le dijo nada más luego de decirle en plena conferencia que JiMin había entrado en calor, por lo que, al entrar, no esperaba encontrarse con el Omega envuelto en el nido que construyó, como si se tratara de una mantita protectora de todo mal. 

JiMin le vio pasar y hundió su rostro en la camiseta, su Omega agitaba la cola felizmente apenas vio al Alfa adentrarse al nido. Estaba sudado, su vientre dolía horriblemente y se sentía caliente, tenía un vergonzoso problema entre sus piernas y sus pantalones estaban húmedos gracias al lubricante natural. Lo único que le consolaba y hacía sentir tranquilo era el aroma de YoonGi, que se intensificó tan pronto como el pálido entró a la habitación.

YoonGi miraba a JiMin enternecido, mientras que su Alfa se sentía orgulloso; tanto de sí mismo como de JiMin.

Estuvo a nada de perder sus estribos debido al delicioso aroma dulce que provenía de JiMin, en compañía de las feromonas de celo que llenaban el olfato del blanquecino. YoonGi exhaló e inhaló para poder tranquilizarse, debía ayudar al menor, no asustarlo. Min se sentó en la cama y JiMin rápidamente buscó refugiarse entre sus brazos, aún sin soltar la camiseta que sostenía arrugada en su mano.

YoonGi le abrazó, buscando calmar los síntomas del celo que apenas empezaba. En unos dos o tres días su celo alcanzaría su punto más alto y JiMin probablemente estaría bastante mal. Por ahora, prefería calmar los síntomas que con el pasar de las horas se incrementarían. JiMin colocó su nariz en el cuello del mayor, acurrucándose allí para que el aroma del Alfa le aliviara.

—¿Hice un buen nido, Alfa? —susurró, en un tono de voz tan bajo que YoonGi apenas pudo escucharlo. —¿Le gusta? —preguntó. El pálido sonrió, los instintos de Omega en JiMin estaban controlándolo.

YoonGi asintió, haciendo sonreír débilmente al Omega entre sus brazos. JiMin estaba avergonzado, porque ¿Cómo podría decírselo? La vergüenza selo impedía, no podía decirle al Alfa lo que sentía; intentaba dominar a su lobo ya que no quería revelar que todo de él pedía a YoonGi, que lo deseaba él. Sentía algo que nunca había llegado a experimentar durante su celo, necesitar de alguien en específico.

(••𝖉𝖚𝖑𝖈𝖊••)Where stories live. Discover now