Cap.10

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Gustabo era un tipo peculiar, había tenido una infancia y adolescencia dura pero sabía muy bien buscarse la vida para sobrevivir, cuando comenzó la universidad y conoció a Horacio, juró proteger y cuidar de él siempre.

Esto nos lleva a que el rubio seguía mosqueado con el tema del pago de la operación de su amigo, él no lo iba a dejar pasar así que al menos intentaría encontrar la respuesta, usando todas sus armas.

La primera fué escribir a Claudio aprovechándose de su pequeña amistad con él desde que atendía al de cresta tras cada bajón de azúcar, le pidió el número de teléfono de la directora Sloan, con la excusa de hacerle algunas consultas sobre la operación que le realizó al peliazul.

No le costó demasiado conseguirlo, Claudio confiaba en él y se lo mandó enseguida. Segunda arma, usar sus dotes seductoras para conseguir una cita con la mujer, él era muy observador y en el despacho se dió cuenta del par de miradas que ella le dedicó mientras les explicaba qué iban a hacerle a Horacio, solo tenía que llamarla y proponerle una cita, él era muy descarado y seguro de sí mismo, así que no lo pensó mucho y lo hizo.

La mujer no tardó mucho en aceptar una cerveza del de ojos azules, ella era una mujer soltera y le gustaba salir a divertirse, quedaron en el Yellow Jack, Gustabo después de desaparecer de la casa de Horacio, fué a ducharse y a vestirse y llegó un poco antes con su coche.

Pidió en la barra una jarra grande de cerveza y se sentó en una de las mesas de dentro a esperar a la pelirroja quien no tardó en llegar, lo buscó por el local y el rubio usó sus dotes de falso caballero para invitarla a sentarse, apartando su silla y después trayéndole él su cerveza, a la cual fué invitada.

Después de una larga charla donde la directora se explayó, contándole sus desengaños amorosos y lo poco que confiaba en los hombres, más algunas anécdotas de su trabajo como cirujana, llegaron a la parte donde el astuto chico sacó el tema de su amigo a relucir.

-Me alegro mucho por Horacio, ha sufrido mucho con el tema de la diabetes y me gusta ver lo feliz que está ahora,- la mujer juntó sus cejas entendiendo lo difícil que es esa enfermedad,- ¿sabes que Horacio le agradece a todo el mundo que lo lleva al hospital cuando se desmaya en la calle?, es una persona tan buena que merece todo en este mundo.-

-Estoy de acuerdo, la verdad es que es un chico encantador, por lo poco que lo he conocido hoy,- la mujer había quedado encantada con el tierno profesor.

-¿Sabes que va a poder cumplir su sueño?, vamos a un crucero a trabajar, él enseñará clases de baile y yo seré animador en la piscina y por las noches en el salón,- la mujer lo escuchaba fascinada de que fuera tan buen amigo.

-Me encantaría poder ir a una clase tuya, sería divertido,- jugó con el borde de su jarra sensualmente.

-Pues cuando quieras puedes venir a la escuela, estamos en el centro y Horacio también es profesor de baile allí,- humedeció sus labios despacio provocando a la mujer.

-Igual me paso algún dia antes de que os marcheis,- rozó con su pié la pierna del rubio quien se estaba ya poniendo nervioso, queriendo escapar de allí.

-¿Sabes qué es lo que más me fastidia Elizabhett?, que no sepamos quien ha pagado la operación, haría lo que fuera por saberlo la verdad, Horacio podría agradecérselo,- la mujer pensó durante unos segundos y cayó en la trampa.

-No debes decirle que yo te lo he dicho, por favor, eso sí que te lo voy a pedir.-

Gustabo asintió y ella le dió el nombre del comisario, dejando al ojiazul sin palabras, eso no se lo esperaba, pero no entendía por qué no se lo había dicho a Horacio todavía.

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