CAPÍTULO DOS

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EL CHICO DEL BURDEL Y EL ERROR DEL LOBO

El día había llegado al fin.

Su mente continuaba negada a aceptar lo que estaba a punto de suceder. Y a pesar de estar a nada de desmayarse del miedo, ya no tenía más lágrimas que derramar.

— Quita esa mueca, pequeña mierda. — le ordenó la vieja mujer, con su voz ronca y gastada. Sus uñas largas y dedos huesudos se paseaban bruscamente por su oscuro cabello para dejarlo delicadamente arreglado. — Espantarás al cliente. Y ha pagado muy bien por ti. Sabía que me dejarías grandes ganancias. — KyungSoo sintió gran repulsión de sí mismo.

El reflejo que lo saludaba del otro lado del espejo, se veía cansado. A través de sus ojos negros se podía ver lo lastimada que estaba su alma. Sin embargo, su rostro delicado, de suave piel pálida y mejillas rosadas lucía demasiado hermoso.

¿Y cómo no serlo? Pensó con desgano.

Durante sus últimos once años, había vivido para ser un objeto hermoso. Un muñeco que fue guardado detrás de una vitrina de cristal para ser vendido al mejor postor.

Y ahora, justo meses después de haber cumplido veintiún años, había llegado el día de ser entregado a un viejo cualquiera con miles de wons en la cartera.

De solo pensarlo, su corazón dio un tirón doloroso dentro de su pecho.

Esa era su destino... nunca tuvo una opción diferente.

Madame. — llamó una de las bailarinas desde la puerta. KyungSoo no borró su rostro estoico ni por un segundo. — El jefe Wu ha llegado. — el dejo de respirar.

— Llévalo a la suite del segundo piso. Dile que llevare a su encargo en unos momentos. — La mujer se retiró con una leve reverencia. — Levántate. — el pequeño chico hubiera obedecido si tan solo sus piernas le respondieran. — ¡Que te levantes imbécil! — y de un brusco tirón, lo puso de píe. Tomándolo con fuerza con su fría mano, madame Morín apretó le apretó mejillas y lo amenazó con su voz mortífera; — Será mejor que te comportes con el jefe, si no quieres que cercene cada extremidad de tu cuerpo ¿me estás escuchando pequeño bastardo? —

KyungSoo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Asintió con lentitud.

Sin mediar palabra alguna, la vieja mujer lo escoltó hasta la habitación donde esperaban por él.

Su corazón latía al ritmo de sus pasos por el corredor.

Si en realidad no estaba completamente desnudo, su escasa vestimenta no dejaba mucho a la imaginación. Se sentía tan avergonzado por las miradas lujuriosas que recibía de las personas que lo veían pasar. Como un pedazo de carne en medio de bestias hambrientas y enloquecidas esperando atacar.

Se sentía tan vulnerable, que lo único que quería hacer era salir corriendo y esconderse del mundo entero. Quería desaparecer, necesitaba dejar de existir.

Si en verdad había un Dios allá arriba, por primera vez esperaba que se apiadara de él y le concediera un milagro.

Solo necesitaba una pequeña luz de esperanza. Solo una.

Cuando llegó a su última parada, por increíble que pareciera, logró escuchar el escalofriante rechinido de la puerta por sobre la fuerte música de la planta de abajo. Su cuerpo entero tembló.

La habitación rebosaba en colores carmines y exquisito tapiz aterciopelado. La cama ocupaba todo el centro de la oscura pieza y en una de las esquina, sentado en una silla que asemejaba al trono de un rey, el cuerpo de un hombre mayor descansaba a sus anchas.

02. Caliente y Descarado [KaiSoo]Where stories live. Discover now