- Si sigues así morirás virgen, Mochi.
Éso y el consolador rosa que acababa de regalarle su amigo TaeHyung fue la gota que rebalsó su inexistente paciencia.
No podía creer que realmente estuviera considerando aquella tarjeta que venía en el paquete...
Canción a partir del segundo separador, gracias por leer ❤️
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JiMin se apresuró a adentrarse al hospital, necesitando poder cerciorarse de que su alfa se encontraba en buen estado luego de su intervención.
Todavía se encontraba nervioso por todo el asunto de su madre y el misterio de quién estaba detrás de todo esto. Era bien sabido que tenía una sarta de enemigos haciendo fila para obtener un pedazo de sí, y de su empresa, pero el pelirrosa bien daría todos sus bienes materiales con tal de poder vivir tranquilo con su familia.
Lo que realmente le estaba carcomiendo la mente era que no había tenido noticias de YoonGi en lo que iba de toda la mañana y eso amenazaba su poca estabilidad mental.
El avistamiento de un joven de cabellos negros llamó su atención por fuera del torbellino de sus pensamientos.
— ¡Hyung! — le llamó, acercándose. — ¿Tienes alguna novedad de YoonGi?
SeokJin se giró para encontrarse con el omega y le brindo una serena sonrisa que logró que su cuerpo se tranquilizara un poco.
— ¡JiMinnie! — saludó. — Tranquilo, la intervención fue completamente exitosa.
En ese momento, Park sintió que gran peso de sus hombros fue retirado y suspiro de alivio al escuchar eso.
— ¡Gracias al cielo! — respondió, acariciando de forma inconsciente su pecho, mientras el beta asentía. — ¿Dónde se encuentra YoonGi ahora? — no era que desconfiara de las palabras del mayor, pero necesitaba comprobar por sí mismo que su alfa se encontraba en perfecto estado.
— Hace un momento el doctor vino a informar que iban a pasarlo de nuevo a su habitación para que se recuperara de los efectos de la anestesia y sí él respondía bien, para la tarde pueden volver a su hogar. — explicó felizmente.
JiMin no sé reprimió de abrazar con fuerza a SeokJin. A pesar de tantos esfuerzos, y de tantos obstáculos que habían atravesado, al parecer todo comenzaba a ir bien para ellos, especialmente para el Min, que tanto había sufrido a lo largo de toda su vida.
— Hyung... — murmuró el menor — Lo siento, yo...— trató de zafarse del abrazo cuando el beta se aferró a él.
— No tienes nada de que disculparte, pequeño. — el pelinegro depositó una suave caricia en sus largos cabellos rosas.
— Gracias...— Y esa era una palabra que abarcaba tantos pensamientos, tantos momentos pasados y los que vendrían. Un simple gracias, era todo lo que podía expresar en ese momento y a la vez, era completamente suficiente para que ambos lo entendieran. — Por todo.
— ¡No tienes nada que agradecer! — Jin se apartó un momento para poder mirarle a los ojos— ¡Somos familia! — Señaló — ¡Tú y ese bribón que tienes como alfa, son como hermanos para mí!
