INTRODUCCIÓN

21 4 1
                                    

Triana.

Veía a Mónica una vez cada tres años, era tradición, aun así, sentía que la conocía mucho más que a mis amigos de siempre, de la misma forma que ella me conocía mejor que ninguna otra persona. No igualaba a mis otras amigas, por eso no se me llenaba la boca cuando la llamaba mi mejor amiga. Y por eso no dudé en invitarla a mi casa cada vez que pasaban esos tres años reglamentarios. Nos conocíamos desde los quince, pero había empezado a venir a los dieciocho, como regalo de mayoría de edad.

Es sorprendente cómo te puede cambiar la vida una persona que conoces por Internet, que se podría decir que apenas la conoces. Siempre estaré agradecida a haber nacido en pleno boom de Internet, porque pudimos conocernos gracias a eso, si no de qué una chica de Sevilla y otra de Santander iban a verse en el aeropuerto, con ganas de abrazarse por primera vez, con ganas de vivir una semana como si fuera la última semana de nuestras vidas.

Cuanto más tiempo pasábamos juntas, más claro tenía que éramos muy parecidas. Y no solo eso, sino que también la quería mucho. Había pasado conmigo las peores etapas de mi vida, me había ayudado en todo y en más, cuando mi hermana desapareció, cuando se encontró su supuesto cuerpo y cuando mis padres se divorciaron. Mónica se había quedado en mi vida, aun estando separadas por muchos kilómetros. Y cuando pusimos fin a esa distancia, supe que no quería separarme de ella por nada del mundo.

Y si eso pasaba estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para evitarlo. Para volver a vernos una última vez. 

Recuerda quién soyWhere stories live. Discover now