Capítulo 24

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  Caminando por el sendero que la llevaba a las mesas de picnic, cargaba a TaeTae entre sus brazos, mirando a cada segundo hacia sus espaldas, verificando que sus padres no la estuvieran siguiendo. La madera bajo sus pies estaba vieja y habían tablones que se habían desplomado por completo, por lo que teniendo cuidado de que sus pies no se hundieran en algún hueco, prosiguió caminando, tarareando la canción que había bailado con Taehyung.

  Una vez frente a la casita del árbol dejó el muñeco sobre la tierra y desviando la mirada hacia arriba esperó a que él apareciera en su forma humana.

—La soga está podrida. —murmuró Tae limpiándose las manos para luego colocarlas sobre sus caderas.

—Ayúdame a subir.

  Pronto sintió las grandes manos sobre su cintura, impulsando su cuerpo hacia arriba hasta que logró agarrar uno de los tablones incrustado en el grueso tronco. Sintió sus palmas deslizarse hasta sus muslos descubiertos por la falda y se removió inquieta mientras intentaba acercarse más al tronco. Cuando sus manos fueron a parar a su trasero, soltó un insulto.

—Deja de tocarme, carajo.

—Me pediste ayuda y te la estoy dando.

—Pero una ayuda no incluye manoseadas.

—¿Ah no?, creía que sí.

  Cuando estuvo aferrada a los tablones, los cuales no le transmitían mucha seguridad tampoco, prosiguió a subir con cuidado, sintiendo la pesada mirada del mayor sobre su ropa interior. Soltó un jadeo y cuando estuvo en el piso de la casa se tiró sobre éste casi como si hubiera corrido una maratón.

  Su admiración por la actividad física era nula, odiaba los deportes, lo único que la mantenía en pie aún era que le gustaba bailar, y tampoco es que siempre lo hiciera.

  Segundos después escuchó el crujir de la madera y una sombra tapando su rostro de los rayos del sol. Abrió sus ojos y miró a Taehyung quien también la observaba desde arriba.

—Tienes pésimo estado físico.

—Gracias por tu dato no pedido. —le guiñó el ojo a cambio y se puso de pie.

  El lugar no estaba tan mal en realidad, creía que iba a encontrarse con sapos muertos y telarañas por doquier, a cambio solo se encontraron con la casita casi vacía. El suelo tenía un poco de tierra y la puertita estaba algo caída. A la hora de entrar tuvieron que agacharse para no golpearse con el techo, en especial Taehyung.

—Es más pequeña de lo que recordaba. —dijo ella, arrodillándose.

—Cuando somos pequeños todo el mundo se nos hace grande.

  Habían más dibujos colgados en las paredes y una lámpara hecha de botellas de plástico, misma que habían preparado para un trabajo de artes su prima y ella.

—No se siente lindo estar aquí.

  Tae, quien estaba sentado en el suelo, juntó sus cejas confundido, se inclinó hacia adelante y apoyó los codos sobre sus rodillas.

—¿Por qué lo dices?

—Para muchos la nostalgia es linda, pero para mí no —le miró a los ojos. —. Me hace recordar lo patética que es la vida. Naces, creces y mueres. Pasas por etapas que ni siquiera te das cuenta que disfrutabas hasta que creces y luego te arrepientes queriendo volver a dicho momento de tu vida.

—Nena, si hay algo que he aprendido con esta maldición es que la gente no es eterna por varias razones. No podemos vivir en una misma etapa por más que no sepamos que somos felices. Debemos madurar y sentir el dolor, la decepción, el estrés y muchos otros sentimientos. Si nos mantenemos en una misma etapa de nuestras vidas entonces no estaríamos viviendo, seríamos máquinas que repiten una y otra vez la rutina —estiró su mano en su dirección y acarició su mandíbula con su pulgar. —. No debes sentir tristeza por la nostalgia, deberías aceptarla, así como dentro de diez años tendrás nostalgia por este momento, y aún así deberás aceptarla. Tienes razón, la vida puede ser una mierda, pero de algo aprendemos y es del pasado.

𝒯𝑒𝒹𝒹𝓎 𝒷𝑒𝒶𝓇  | 𝐊. 𝐓𝐇 Where stories live. Discover now