Capítulo I

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Era una mañana fresca de primavera, el sonido de los puestos matinales y los murmullos de la Ciudad Fantasma atravesaban los ventanales con vistas exhuberantes de la Mansión Paraíso.

Dentro de un gran y suave colchón, entre las sábanas de seda roja y con bordados en hilos de oro se encontraba un adormilado Xie Lian, quien se sentía incomodo por el calor de la luz solar que acariciaba su rostro, no era para nada temprano, pero estaba demasiado cansado.

¡Y era sorprendente que fuera así! Un Dios tan resistente al daño y a todo peligro como él estaba sorprendentemente cansado, pero tenía sus motivos.

Después de todo, desde su reencuentro con Hua Cheng habían pasado tres meses, tiempo que sintió insignificante comparado con el tiempo que había sufrido su espera por él, de entre los cuales había realizado varias tareas en el mundo mortal y los cielos, finalmente y por petición de Hua Cheng había decidido mudarse de su humilde morada en el monte TaiCang a la infernal y bulliciosa Mansión Paraíso, que se encontraba en sus dominios.

Hua Cheng insistió que sería más comodo para su Dios residir a su lado y Xie Lian no se negó, adoraría estar en cualquier lugar del mundo si eso significaba estar con su maravillosa calamidad.

La razón por la que estaba tan cansado era algo vergonzosa, después de todo, desde de su primer encuentro con su ser amado y especial, este le dio el revolcón de su vida. ¡El primer revolcón de su vida! Hua Cheng había tomado su virginidad y desde ese suceso, hasta ahora, ese acto tan íntimo y que le avergonzaba admitir que le encantaba había sucedido cada noche, todos los días, sin descanso, hasta el amanecer.

Al parecer 800 años de sentimientos y deseos reprimidos no podían satisfacerse en una sola ronda, su trasero había sido rellenado hasta gotear tantas veces que había perdido la cuenta y eso... Eso le encantaba, su garganta estaba desgarrada y su voz ronca de tantos gritos y gemidos de placer, se sentía como pozo en temporada de verano, seco, de tantas veces que había llegado al orgasmo.

Así que, aun adolorido y con incomodidad se esforzó por moverse debajo de la luz solar del medio día, el Dios con piel de jade bañada en pétalos de cerezo, abandonó la comodidad de la cama, descubriendo al verse en el espejo de marco dorado los rastros de la noche anterior:

Su cuerpo pálido estaba desnudo, lleno de marcas de succiones y mordidas, también se dio cuenta de que estaba solo.

Todos los días despertaba con Hua Cheng a su lado, entre sus brazos o con partes del fantasma dentro de otras partes de él, pero hoy estaba particularmente solo, cosa que lo hizo sentirse extraño, al observar un poco más descubrió sobre la mesita de noche una pequeña nota, a pesar de la mala letra de su esposo, él lograba entenderla a la perfección:


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—San Lang... Siempre tan protector, me gusta — dijo mirando la nota y dejándola en la mesita nuevamente.

Noches Rojas en Ciudad Fantasma [ Hualian | En emisión ]Where stories live. Discover now