Capítulo V

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En el velo de la noche a través del sonido del viento, el frío se colaba a través de una ventana abierta, erizando los vellos del Dios que se encontraba recostado en una suave cama, con el viento las sábanas enredadas en su suave cuerpo dejaban al descubierto las marcas de la pasión que puede existir entre dos esencias amadas; rojizos o violáceos, manchando la antes impoluta piel blanca, como los pétalos que han caído a consecuencia del viento en el agua clara, llenando esta de su presencia.

Imperturbable y bello, hasta la sensación de algo punzante arañando su pierna, marcando la piel dejando tres arañones rosados.

Al sentir ese extraño contacto abrió sus ojos lentamente y bostezó para desperezarse, Xie Lian observó todo su alrededor en búsqueda de aquella presencia que había perturbado su sueño, tallando sus ojos, entrando en plena conciencia los recuerdos de todo lo sucedido esa noche lo golpearon y un sonrojo no tardó en aparecer en su rostro.


— He pecado, he pecado... — se mencionó para sí mismo avergonzado de todas sus acciones; recordaba haber sido drogado, recordaba haber matado a dos fantasmas que habían tratado de abusar de él bajo la influencia de un afrodisiaco, recordaba haber sido llevado a la Mansión Paraíso, recordaba haber besado al asistente de su esposo y sobre todo recordaba haber actuado tan fuera de sí mismo en la cama —¿Yo hice todo eso ante San Lang?

— Oh, así es, por esa razón eres impuro y sucio, una asquerosa ramera.

— ¿Quién...quién está ahí? — respondió titubeante ante la voz desconocida, avergonzado, tratando de cubrir la desnudés de su cuerpo.


En la oscuridad de la habitación una sombra emergió, revelándose lentamente a la mirada ambarina, era una mujer de pálida piel; la cual vestía un hanfu de color rojo con bordados dorados; su rostro era cubierto por una máscara de zorro; su cabello era largo y negro como un rio de tinta.


— Yo sé quién eres y se todo lo que hiciste, por eso no lo mereces — tomó una pausa y no pudo evitar reír con malicia — sé que no me conoces, pero yo te conozco perfectamente a ti, Dianxia.


Xie Lian ante esto quedó en silencio, expectante del diálogo de aquella mujer, esto claramente lo hacía sentir extraño y en cierta forma culpable, ¿No merecía a San Lang por el incidente que había pasado en aquel lugar? 

Todo eso había estado fuera de su control, pero aun así su corazón se sintió culpable.


— ¿Quién eres? — repitió el Dios.

— ¿Yo? — volvió a reír — soy Xián Mu, una fiel admiradora del señor de esta Ciudad y tú, tú eres solo un pasatiempo para él, ¿Realmente crees que Hua Cheng te perdonará cuando sepa todos los desastres que hiciste el día de hoy?

— ...

— Estoy segura de que te echará de su casa como la ramera que eres. Bailaste y te exhibiste delante todos los ciudadanos hambrientos de deseo que frecuentan esa asquerosa pocilga donde trabajo, incitaste a dos extraños que no dudaron en tratar de tomarte, te drogaste indiscriminadamente y terminaste cediendo a tus deseos con otros, que adultero y asqueroso resultaste ser Dianxia, deberías volver a la basura donde perteneces, el nunca debió encontrarte.


Atónito Xie Lian no sabía que decir, se sentía culpable, aunque sabía que él no había controlado todo, el...


— ¿Vez? No sabes ni siquiera como defenderte, dígame una cosa Dianxia, ¿Qué le pareció el sabor del té?, ¿Estuvo rico? Lo prepare especialmente para usted, solo las mejores hiervas para su fino paladar...

Noches Rojas en Ciudad Fantasma [ Hualian | En emisión ]Where stories live. Discover now