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Encontrarse en la azotea se hizo mala costumbre. No estaba prohibido ir ahí, pero si estaba mal faltar a clases y esconderte ahí.

Pero era algo que Katsuki e Izuku no podían evitar, había una extraña necesidad de encontrarse y pasar el rato ahí.

Sobre todo que últimamente las cosas parecían ir subiendo de intensidad.

Los simples roces, caricias, besos, palabras hirientes pero al mismo tiempo palabras de consuelo, eran necesarias para ambos.

— Zuzu... Ah...

Katsuki contrae su cuerpo ante el frío tacto, sus brazos se enroscan en el cuello del peliverde, y sus labios son atacados de nuevo.

Sus labios arden y la necesidad de respirar lo consume. Sus ojos se nublan del placer y su respiración se acelera.

Izuku no se queda atrás, de igual manera siente que se asfixia, sus manos suben por el torso del rubio y vuelven a bajar, repitiendo eso hasta que Katsuki lo toma de las mejillas y rompe el beso.

— Dios... ¿Quieres matarme?... — dice, lo menos agitado posible.

Izuku suspira y apoya su frente contra la del rubio, con su respiración agitada y sus manos aún acariciando el torso blanquecino.

— Quizás...

— Entonces inténtalo de nuevo — susurra, volviendo a besar de manera intensa y asfixiante al pecoso.

— Entonces inténtalo de nuevo — susurra, volviendo a besar de manera intensa y asfixiante al pecoso

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Las miradas se posan en ellos ni bien ponen un pie en el salón. Algunos susurran, otros se ríen por lo bajo y una pequeña parte solo los ignoran.

Izuku ignora a todos y pasa de largo, sentándose en su lugar habitual antes de que el profesor llegue; Katsuki por su parte trata de ignorarlos, pero no puede, sobre todo cuando le dicen cosas mientras trata de llegar a su lugar.

Pero extrañamente, siente que no importa que hablen o digan de él siempre y cuando pueda estar con Izuku.

Cuando el profesor llega todos van a su lugar y mantienen silencio, están así hasta que las clases terminan y ya es hora de que se vayan.

Obvio, esto solo es una oportunidad para que dos chicos se asomen y lo molesten.

— Debe ser divertido dejarte follar por el chico que molestaste toda tu vida — dice, pasando de largo mientras que el otro  se ríe a sus espaldas.

— Cierra la boca.

— ¿Si no que?

— Si no voy a romperte tus malditos brazos y veremos si eres de utilidad — responde el peliverde, quién había vuelto a entrar al salón para ver si Katsuki ya tenía sus cosas listas.

— Ja, quiero verte intentarlo, inútil.

Y para la sorpresa de los presentes, Izuku agarra del cuello de su camisa al castaño y lo estrella contra la ventana, provocando que está se rompa y algunos vidrios se incrusten en la espalda del chico.

Katsuki se queda en silencio hasta que escucha quejidos de parte del castaño y pasos en el pasillo. Su cuerpo actúa lo más rápido que puede y va hacia el pecoso, temeroso de decirle algo.

— Zuzu, vámonos, viene alguien... Por favor, vámonos... — las palabras salen trabadas y sus manos tiemblan. Los ojos de Izuku parecen cuencas vacías que no demuestran sentimiento alguno.

Solo cuando siente las manos contrarias acariciar las suyas entra en razón, suelta con lentitud al castaño y ve a Katsuki, el cual tiene una mirada de miedo.

— ¿Asustado, Kacchan? — pregunta, entrelazando su mano con la de Katsuki.

El rubio solo ve la sangre manchar la camisa blanca del castaño y las lágrimas empapar su rostro. Sus manos tiembla y por primera vez en tanto tiempo, siente miedo, mucho miedo.

— Ah... Tenemos que irnos, rápido — murmura, apartando de golpe la mirada.

— ... Bien.

Izuku voltea a ver al otro chico, el cual veía con miedo a su amigo — Si dice algo no dudes que te haré lo mismo... O peor.

Sin más que decir toma la mochila del rubio y salen, con sus manos aún entrelazadas y mentes hechas un lío.

Una se encontraba en completa confusión y miedo, mientras que la otra solo podía pensar en porque había reaccionado así.

Una se encontraba en completa confusión y miedo, mientras que la otra solo podía pensar en porque había reaccionado así

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Todes: ayno, Izuku traumadito.

Yo: que cojan, que cojan✨🤌.

I KᑎOᗯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora