la mordida, parte II

52 3 0
                                    


🕷⎊🕷


Después de que llegaron al ala médica y Peter fue llevado a cirugía, Tony se quedó solo en el área de espera con sus pensamientos.

Millones de pensamientos, más bien, nadaban en su cerebro, acompañados de un millón de sentimientos, e hizo todo lo posible en su estado conmocionado y petrificado para reducirlos.

Número uno: horror.

El horror seguía haciendo que sus extremidades se pusieran rígidas y entumecidas, aún aparentes en sus ojos. El horror fue acompañado por la imagen de Peter, su hijo, vestido con esa sudadera con capucha roja y sangrando por una herida de bala. El horror todavía lo paralizaba cuando recordó la sensación de Peter cojeando en sus brazos, sangre derramándose de su boca y costillas.

Luego, hubo esa segunda y confusa sensación guisando en el estómago de Tony.

Culpa.

Pensó en las últimas semanas. Ese sentimiento que le había estado molestando cada vez que Peter regresaba a casa de la práctica de Decatlón después de la puesta del sol, cada vez que Peter tenía un ojo morado o una herida en el nudillo, cada vez que Peter hacía una mueca de incomodidad y sostenía su cabeza en sus manos.

Lo había estado regañando y no había hecho nada.

Algo anda mal con Peter.

Lo había estado pensando desde esa fiebre que Peter tuvo después de la escuela un día. Incluso recordó una llamada telefónica con Happy, en la que hizo una sugerencia que lo inmovilizó de culpa.

Suponía que no estaba fuera de su mente por pensarlo. Después de todo, él era un padre. Esa noche, cuando Peter estaba mortalmente enfermo, sudando profusamente y hablando sin sentido, también se le había pasado por la cabeza. Abstinencia, o una sobredosis cercana.

Pero Tony conocía a su hijo.

Al menos... pensó que conocía a su hijo.

Tony reprimió el pensamiento con una gran cantidad de arrepentimiento.

La culpa todavía palpitaba en sus oídos cuando pensó en todas esas conversaciones que tuvieron, todas esas veces que Tony casualmente trajo a Spider-Man a la mesa y Peter se había congelado repentinamente en su lugar.

Recordó que Peter le hizo preguntas sobre Iron Man y la moral detrás de él.

Recordó haber sido informado por Viernes que Peter pasaba una cantidad inusual de tiempo en el laboratorio de la Torre a horas inusuales de la noche.

Recordó haberle mostrado a Peter ese artículo del Daily Bugle, seguido de Peter asfixiándose con su desayuno y prácticamente saliendo corriendo del penthouse.

Recordó que Peter llegó a casa con un ojo morado y lo ignoró como si nada.

Y, con una horrible realización, recordó haber conocido a Spider-Man en una azotea.

Spider-Man no le había dicho una palabra a Tony ese día. Todo este tiempo, Tony pensó que era solo miedo, admiración o incertidumbre.

Pero era Peter.

Y luego vino la ira.

Había estado burbujeando a la superficie desde que escaparon de ese almacén, pero no pudo precisar a quién estaba dirigido.

Hubo una ola de ira obvia hacia sí mismo. Ira porque no lo había visto antes, ira porque no había notado las señales y había hecho más y ayudado más a Peter en el momento en que se dio cuenta de que algo andaba mal.

tony stark tiene un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora