Capítulo 14

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Eddie

—¿Habéis estado jugando en Navidad sin vuestro máster? ¿Y quién era el afortunado que os guiaba?

Mientras comía de la bandeja del comedor, lucía una sonrisa de suficiencia, estaba seguro de que nadie podría superarme narrando las historias. Y mucho menos los épicos combates que había en mis partidas.

—Las narraba Will, el dueño del juego y de la casa donde jugamos. —dijo Dustin algo nervioso— Pero sin duda tú eres mejor, Eddie. Nuestro club es más profesional. Aprovechamos que vino de vacaciones y se quedó en casa con su hermano para jugar unas cuantas partidas en los días de Navidad.

—Ajá. Me gustaría conocerle. ¿Qué tal os fue?

—Pues estuvo bien, pero la mejor partida sin duda fue cuando vino Cry... —Mike empezó a toser de forma horrible, callando a Dustin. —Christopher Morrison. —Dustin de repente se echó a reír de manera histérica y Mike palideció por completo. Alcé una ceja y miré desafiante a Dustin. — Qué bien nos lo pasamos con el bueno de Chris, ¿eh Mike?

—¿Me estás intentando tomar el pelo, Henderson? Si invitasteis a Crystal no tengo ningún problema, podéis decirlo sin tapujos. No voy a enfadarme con nadie.

Por dentro me corroía la envidia de tan solo imaginar que habían estado con ella, pero permanecí con el rostro inescrutable y sereno como si me diera totalmente igual.

—Ah, bueno. Menos mal, entonces ya no tenemos que llevar en secreto lo de Crys y Jonathan, Mike.

Dustin volvió a sonreír y Mike se puso más blanco si cabe que antes, mirando a su amigo como si quisiera apuñalarlo repetidas veces. Después, me miró a mí e intentó simular una sonrisa pero fracasó estrepitosamente. Yo por mi parte, intentaba mantener la calma pero notaba cómo me comenzaba un tick en un ojo y se me alzaba sola la ceja derecha.

—¿Jonathan? ¿Byers? ¿Qué tiene que ver ese fotógrafo rarito con Carver?

Sonaba más preocupado de la cuenta y eso me jodía muchísimo, pero no podía no preguntar y quedarme con la duda. Nadie más podría darme más información sobre esto.

—Creo que están saliendo. Al menos han tenido un par de citas durante las vacaciones. En casa de Will estaban como tortolitos porque Jonathan le hizo una foto y le dijo que le parecía bonita y...

—¡Cállate, Henderson, suficiente! —exclamé.

Sus palabras habían hecho que mi interior entrara en ebullición, notaba la sangre espesa bajo mis venas, me levanté de la mesa tirando la bandeja de la comida al suelo y haciendo un puto estropicio. Mike se había cubierto la cara con una de sus manos y Dustin tenía el rostro desencajado. Salí del comedor tratando de tranquilizarme, pero era misión imposible.

Ya en mi caravana no podía concentrarme ni en tocar la guitarra. Cada cosa que intentaba hacer para despejarme me hacía pensar en lo mismo una y otra vez, en bucle y sin poder parar. Decidí tomarme unas cervezas y ver si así me olvidaba de una puta vez de este tema.

Ni con dos ni con cinco cervezas la imagen de Crystal y el puto fotógrafo con cara de acosador se me borraba de la cabeza. Después de un pack entero de cerveza y de fumarme un porro, el instinto me llevó de nuevo a casa de Crystal. Fui andando y no sé cómo llegué correctamente, porque iba dando tumbos y ya había anochecido un poco. Al llegar no tiré piedras a su ventana ni intenté ser sutil, simplemente grité.

—¡CRYSTAL! ¡CRYSTAL CARVER! ¡TENGO QUE PREGUNTARTE UN PAR DE COSAS! ¡BAJA POR FAVOR!

Al cabo de unos segundos salió la pequeña cabeza de Crystal por la ventana, notablemente enfadada y angustiada, con el dedo en la boca para que me callara. Yo gesticulé que bajara y puse ambas manos juntas a modo de petición.

Bajó y lo primero que hizo fue cogerme del chaleco de forma abrupta y tiró de mí llevándonos casi a la entrada del bosque.

—¿Qué coño te pasa? ¿Cómo te atreves a venir a mi casa a gritar? ¡¿Sabes que mi madre ha estado a punto de llamar a la oficina del sheriff?!

—Todavía te preocupas por mí. —Sonreí ampliamente, genuinamente contento.

—Dios, Eddie. Apestas a alcohol y marihuana, ¿qué te ha pasado para que acabes así?

—Tú, me pasas tú. —Comencé a reír mientras Crystal tenía cara de no entender absolutamente nada.

—Mira, he bajado para que no te lleve el sheriff Hopper al calabozo esta noche, Eddie, pero no vengas más a mi casa a gritarme como si estuvieras en un cuento de hadas.

Crystal se cruzó de brazos y me miraba con preocupación, pero yo no dejaba de sonreír.

—Qué bonita eres. Eres tan bonita que me duele el alma.

—Y qué colocado estás, también. —Crystal puso los ojos en blanco y negaba con la cabeza. —No puedes actuar así, cualquier día vas a acabar metido en algo chungo, Ed. Y claro que me preocupo por ti, eso dudo que cambie nunca, sienta lo que sienta por ti.

—¿Es verdad que estás saliendo con Byers? —Dejé de sonreír para mirarla con toda la atención que me era posible en mi estado.

—No, no estamos saliendo. Hemos tenido un par de citas y nos estamos conociendo, pero no sé qué puede pasar. ¿Por qué tanto interés?

—Pura curiosidad, solo quiero saber si tengo que pegarle o no.

Crystal se echó a reír pese a que yo no había hecho ninguna broma. La miré a la luz de la farola y le metí un mechón de pelo rubio tras la oreja.

—Qué suerte tienen algunos, ¿eh? Tener lo que otro más desea de forma tan fácil.

—Te equivocas, Eddie. —Se separó un poco de mí. —Él no quiere eso. Solo lo pasamos bien juntos, como dos adolescentes más que tienen citas.

Reí de la forma más irónica que mi ebriedad me dejó, negando con la cabeza con una sonrisa que no llegaba a mis ojos.

—Qué segura estás de todo y qué poco sabes, cariño mío. Ojalá vivir en tu mundo de fantasía, seguro que no me sentiría tan desgraciado.

—Vete a casa, Eddie. Duerme la mona y verás como al despertar todo es de otro color. Estás ya desvariando.

De perdidos al río.

Pegué a Crystal suavemente contra la farola y le robé un beso suave pero intenso en los labios, dejándola boquiabierta y desconcertada. Eché a caminar tras eso, no sin antes despedirme.

—Espero que el rarito ese te haga feliz, porque si no le va a faltar pueblo para correr.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Where stories live. Discover now