Capítulo 35

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Eddie

Nada cambiaba mucho en aquella cabaña: el polvo seguía revoloteando en suspensión en cada rincón, los muebles seguían teniendo la misma pinta que la primera vez que los miré y el contenido de las cajas ya no me sorprendía.

Me alimentaba a base de sándwiches y patatas fritas, refrescos y alguna cerveza si Crys tenía un buen día. No voy a negar que comía mejor en esa sucia cabaña que en mi propia casa, pero eso lo guardo para mí.

Como digo, nada cambiaba en aquel mugriento sitio. Los días pasaban y cada uno era más desesperanzador que el anterior. Crys solo podía venir cada dos días para no levantar sospechas, y cada vez que tocaba su visita estaba de lo más ansioso por verla. Me contó que hizo una llamada anónima a la policía y fueron a casa de Byers pero no encontraron allí a Chrissy, así que la situación se mantenía en las mismas.

Seguía sin entender muy bien si todo se trataba de un plan o simplemente alguien me había echado mal de ojo. Era pobre, mi madre me abandonó, mi padre estaba en la cárcel y era el friki del instituto... ¿Qué más tenía preparado la vida para mí?

En algún momento de mi trance escuché los pasitos de Crystal en el bosque. Mi sonrisa se ensanchó y me quedé en silencio, a la espera de que llamara a la puerta con nuestro código secreto.

Era una tontería, pero en esta situación era útil y a la vez divertido, pues un paleto sediento de sangre entraría por las buenas sin tocar ningún código en la puerta.

Los cinco golpecitos sonaron en la madera y ella abrió, dejando la bolsa con mi sustento en la única mesa limpia que había en la estancia. Me abalancé sobre ella y la abracé tan fuerte que se quejó al instante.

—Me vas a aplastar y te vas a quedar sin novia, animal —dijo riendo pero sin forcejear, yo la apreté entre mis brazos un poco más.

—Quizá tendría puré de Crystal, pero seguirías siendo mi novia incluso de esa forma, ¿no es así? —La solté y le di un beso en los labios, que ella correspondió.

Ella negó con la cabeza y siguió riendo suavemente mientras avanzaba en la cabaña y se sentaba en la cama, abriendo un cuaderno lleno de garabatos.

—No hemos hecho muchos avances. Dustin, Mike y Lucas siguen buscando en puntos clave por si encuentran a Chrissy, pero no hemos tenido suerte. La policía soltó a Byers porque no tienen nada contra él, así que...

—Así que toca seguir aquí escondido —la corté avanzando pesadamente y me senté al lado de Crystal, suspirando—. ¿Es que voy a tener que estar aquí para siempre?

—Tranquilo, Munson, pronto estarás en un lugar mejor. —La voz de Jason inundó la estancia.

Ahí estaba Jason Carver, con ese rostro tan parecido al de mi chica, sosteniendo una pistola en sus manos, apuntándome directamente. Había entrado sin hacer ruido en algún momento mientras hablábamos de nuestro estúpido plan para salvarme el pellejo. Había sido una ilusión todo este tiempo, yo estaba acabado desde el principio y en el fondo siempre lo supe.

—Suelta eso ahora mismo, Jason, o juro por nuestra madre que no sales de esta cabaña vivo, hermano —escupió Crystal, que se había levantado lentamente y avanzaba para colocarse delante de mí.

—No des un paso más, Crystal, esto tiene que acabar ya. —Sus manos temblaban, el arma repiqueteaba y su leve sonido retumbaba en mis oídos.

—Carver, eres tan estúpido que de verdad crees que le he hecho algo a Chrissy, ¿no es así? —Me levanté con las manos en alto, intentando mostrar más seguridad de la que sentía—. ¿Qué me dirías si te dijera que Jonathan Byers estuvo con ella los últimos tres días antes de su desaparición? ¿Sigues creyendo que soy el único sospechoso?

—Ahórrate tus mentiras, friki, el único con motivos para hacerle daño eres tú. Estabas celoso de mí desde que eras pequeño —Jason se carcajeó de forma errática, estaba sudando—, siempre he tenido amigos, he sido popular y fui novio de Chrissy cuando ella se aburrió de ti. Estabas ansioso por vengarte, por eso te estás follando a mi hermana, para intentar hacerme más daño.

Mi ceño fruncido y mi cara de desconcierto debió no hacerle mucha gracia, pues sujetó más fuerte su pistola y retiró el seguro.

—Estás mal, Jason. Estás peor de lo que pensaba —dijo Crystal avanzando más aún.

—¡Que te quedes quieta, joder! No quiero hacerte daño, Crys —gritó Jason, ya nervioso.

Aproveché el momento para colocarme delante de Crystal, rodeando con un brazo su cuerpo detrás de mí y con la otra mano en alto.

—No me protejas, pequeña. Si te pasara algo me moriría —susurré para que solo ella me escuchara.

—¿Dónde tienes a Chrissy, Munson? Dímelo y todo acabará. Llamaremos a la policía y te irás a la cárcel, no hace falta que te haga ningún daño. Vamos, ¡dímelo!

—Yo no tengo a Chrissy, nunca he sabido dónde está. La perdí en el bosque aquella noche, no pude seguirla en la oscuridad. Es la verdad, no estoy en posición de mentirte, Carver... —dije manteniendo la mirada mientras me apuntaba y su sudor caía por sus cejas abundantemente.

—No me creo ni una puta palabra —movía la pistola con violencia, sin dejar de apuntarme y mirándome con ojos de loco—, dime dónde está Chrissy o te pego un tiro, Munson.

—Te he dicho que no lo sé, Carver. Deja la pistola y...

Todo pasó demasiado rápido, Jason se movió un instante, el sonido atronador del disparo hizo que me pitaran los oídos, pero no sentía dolor en ninguna parte de mi cuerpo. A mi lado, el golpe de algo cayendo contra el suelo resonó en toda la cabaña. El polvo que levantó la caída inundó mis fosas nasales y no podía respirar, pero nada de eso importaba, ya no.

Crystal estaba tumbada en el suelo, y de su cuerpo emanaba tanta sangre que quise morirme ahí mismo, arrodillado junto a ella.

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora