Capítulo 27

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Eddie

Me quedé pálido y quieto mirando a Crystal, clavado en el suelo mientras el policía avanzaba para esposarme. Ella se puso entre él y yo, con los brazos abiertos y dándome la espalda. En mi mente solo había imágenes de la detención de mi padre, del día que lo vi por última vez.

—No puedes llevártelo, ¿cómo que por la desaparición de Chrissy? Eddie ha estado conmigo todo el día, ¡él no ha hecho nada!

El policía seguía avanzando a paso firme, yo empecé a retroceder por inercia.

—Tenemos unas fotos que no dicen lo mismo, chica. Quítate de en medio o te llevaremos también a ti a comisaría.

Fruncí el ceño bruscamente. Si Chrissy había desaparecido en la noche de ayer, puede que la última persona que la vio sea yo. Maldita sea...

—¿Qué fotos? —dije acabando con mi silencio.

—Unas en las que se te ve anoche en el bosque con ella. Bastante sospechoso si me dejas opinar.

El policía hizo una mueca y empujó a Crystal para llegar a mí. Ella se enfrentó al agente, pero rápidamente la abracé por detrás y le susurré en el oído.

—No hagas esto, Crys. Me soltarán cuando se den cuenta que no he hecho nada. Iré por las buenas.

Dejé un pequeño beso en su cuello y me acerqué al policía, que se limitó a esposarme y a tirar de mí de mala gana hacia la puerta.

Al mirar por última vez a Crystal, ésta tenía lágrimas cayendo por sus mejillas, pero yo le sonreí ampliamente y gesticulé un "te quiero" para que me leyera los labios.

Varios policías pasaban y me miraban con desprecio mientras esperaba sentado en una pequeña mesa dentro del despacho de los agentes. Esta vez no me metieron al calabozo, estaba esperando que llegara Hopper para que procediera a interrogarme según me había explicado Flo, la amable señora que había siempre en recepción y a la que conocía desde pequeño.

—De tal palo tal astilla, ¿eh? —cuchicheaba el agente negro con el otro agente, que llevaba gafas y tenía los ojos claros.

—No hay duda de que todo lo malo se pega. —Ambos rieron ante la broma del policía, yo suspiré y conté hasta diez para no contestar con malas formas.

Al cabo de un rato llegó el sheriff Hopper y se limitó a hacerme un gesto con la cabeza para que pasara dentro, a su despacho. La comisaría de policía era tan pequeña que no tenían sala de interrogatorios como tal, así que directamente los sospechosos eran recibidos en su despacho personal.

Allí dentro había una caja de donuts que parecían caducados, muchos papeles por toda la estancia y la plaquita que rezaba Jim Hopper. Tomé asiento aún esposado y miré con seriedad al jefe de policía.

—Te han dicho por qué estás aquí, ¿verdad? —Asentí— Bien, Chrissy Cunningham ha desaparecido, sus padres han puesto esta mañana la denuncia. Más tarde, hace unas horas, alguien vino con estas fotos. —Sacó un dossier con unas cinco fotos en las que se veía a duras penas cómo Chrissy y yo hablábamos en el bosque, por la noche—. La persona que ha hecho las fotos asegura que...

—La persona no, ambos sabemos que ha sido Byers, ¿me equivoco?

—Sí, ha sido Jonathan Byers. Pero eso no importa, lo que vengo a decir es que él asegura que estas fotos fueron tomadas anoche a eso de las 23:00, una hora poco común para que dos chicos de poco más de 16 años estén fuera de casa, ¿no es así?

Me crucé de brazos y observé las fotos con cautela. No había nada sospechoso en ellas, solo parecíamos estar hablando. No se apreciaban nuestros gestos ni nada que indicara que estábamos discutiendo.

—¿Cómo puede demostrar que estas fotos se hicieron anoche y no cualquier otra noche? ¿Sabe que Chrissy y yo fuimos novios durante unos meses, señor Hopper? Estas fotos pueden ser de cualquier día.

Hopper cambió el gesto a uno más severo, sopesando mis últimas palabras. Recogió las fotos y dio un par de ojeadas más a las mismas antes de suspirar profundamente y soltarlas en la mesa.

—Es cierto, nada demuestra que fueran de anoche. Pero ahora dime, Eddie, ¿anoche viste a Chrissy?

—Sí, estuve con ella, me siguió porque quería pedirme volver con ella y yo le dije que no, que ahora estaba con Crystal Carver. Estoy siendo sincero con usted, señor Hopper. —Le miré a los ojos intensamente—. Se marchó corriendo por el bosque llorando porque según ella le había dañado el orgullo, intenté seguirla pero fue imposible con la oscuridad. Hasta ahí es todo lo que sé sobre ella, señor.

—De acuerdo, Munson. Confío en que me estés diciendo la verdad, ya te he dicho alguna vez que pese a que eres un dolor de huevos, no eres mal chaval. Tomaré tu declaración en cuenta y no contaremos las fotos como prueba, pero no intentes tomar represalias con Jonathan Byers o acabarás durmiendo otra vez en el calabozo, ¿entendido?

Asentí varias veces, pero lo que sentía por dentro hacia Byers no tenía mucha más solución que dejarle la cara como un cuadro de nuevo. Había intentado implicarme en una desaparición para meterme entre rejas, definitivamente ese chico estaba mal de la cabeza.

—Y Munson, no te vayas muy lejos de casa por si tenemos que ir de nuevo a por ti.

Hopper se levantó y me acompañó fuera, donde me quitaron las esposas y pude salir de la comisaría.

Al caminar un buen trecho hacia mi casa, pude ver que en una farola, bajo un cartel que indicaba la desaparición de Chrissy, había una gran pintada que rezaba:

"Eddie Munson es un asesino".

Dragones, Amor y Mazmorras | Eddie Munson [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora