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—Soy Clint.

—Soy Pietro.

Los dos se miraron de los extremos opuestos de la caja, sus manos tocaban el cristal y recorrían el cuadrado donde se encontraban.

—Esto... ¿Tú... Tampoco recuerdas nada? —preguntó Pietro con cierta timidez, comenzó a peinar su cabello hacia atrás, cosa que hacía cuando se ponía nervioso, el mayor no había necesitado mucho tiempo para darse cuenta de aquello.

—No —respondió el otro, sus ojos fueron hacia el exterior, a la oscuridad, algo de luz escapaba de la caja y se reflejaba en el suelo, de un sucio color gris, podía ver las grietas.

—Pues, te veo muy calmado para esta situación —Pietro sonrió de forma temblorosa, sus manos temblaban aún más, estaba por entrar en pánico de nuevo de pensar en aquel extraño encierro y situación.

Clint lo miró con expresión fría e indescifrable, habló con la misma frialdad.

—En situaciones como estas, uno tiene que estar nervioso por los dos, y otro calmado por los dos.

Pietro lo miró sin saber qué decir.

—Si los dos estuviéramos en pánico, esto sería una batalla a muerte —continuó el mayor—. Y si los dos estuviéramos calmados esto sería un aburrimiento mortal.

Sus ojos se conectaron un momento, y Clint pudo ver el segundo en que Pietro comprendió y aceptó la verdad.

—Tienes razón —murmuró, mientras continuaba caminando, Clint le siguió, continuando la distancia que los separaba.

No supieron cuánto tiempo continuaron haciendo eso, simplemente pareció eterno.

—¿Cuánto tiempo crees que haya pasado?

Pietro tragó duro, su vista fue al suelo.

—No lo sé... —murmuró—. Me da miedo todo esto, ¿Sabes?

—Es comprensible —dijo Clint—. También tengo miedo.

—Lo llevas mucho mejor que yo —comentó Pietro con una sonrisa temblorosa, sus manos volvían a agitarse—. No sé nada, ni dónde estoy, ni cómo llegué aquí, ni cuánto tiempo pasó... Estoy aterrado.

Clint lo miró temblar, se acercó a él despacio, colocó sus manos sobre sus hombros, y Pietro lo atrajo hacia él y lo abrazó con fuerza, hundiendo el rostro en su pecho, mientras su cuerpo se agitaba por el llanto y el miedo, Clint lo abrazó de regreso, frotando su espalda, dejándolo descargar todo lo que necesitaba sobre él.

Los ojos del mayor miraron hacia la luz cuando notó que ésta comenzó a ser cada vez más tenue, vio el lugar oscurecer, y todo tomó un color un poco más azul y apagado.

Cuando el menor se apartó del abrazo y encontró todo más oscuro abrió sus ojos con espanto.

—Con calma —murmuró Clint, llevó sus pulgares hacia sus mejillas, y limpio sus lágrimas—. Deben anunciarnos que es de noche, deberíamos dormir.

—¿Quienes? —preguntó Pietro.

—No lo sé... Pero debe haber alguien detrás de todo esto, ¿No crees?

Pietro asintió, se apartó de las manos de Clint, miró en todo el interior de la caja, donde no había nada más que suelo.

—Supongo que tendrá que ser en piso —murmuró, y simplemente se recostó allí, Clint se recostó cerca, mirando hacia arriba, hacia el infinito vidrio de más paredes que no terminaba de crecer.

—Desearía que fuera una cama —murmuró el mayor, y el otro asintió.

Y como si lo hubieran escuchado, el duro suelo se hundió ligeramente en la suavidad nueva de lo que se sentía como un colchón, ambos miraron alrededor con algo de sorpresa, y al voltear, un par de almohada igual de blancas los esperaban, las tomaron con algo de duda, pero en verdad eran simples almohadas, que terminaron acomodando debajo de sus cabezas, Pietro medio abrazándola.

—Clint...

—¿Sí?

—¿Puedo tomar tu mano?

El mayor extendió su mano hacia la de él, tomándola con suavidad.

—No sé cómo iremos a despertar mañana —murmuró Pietro—. Pero no quiero perderte, al menos no estoy tan solo...

—Tranquilo, Pietro —dijo el mayor, su voz grave sonaba casi inmaculada, imperturbable—. No pienses en esas cosas, sueña un poco para escapar un rato, seguiré aquí.

Pietro sonrió, por primera vez, con más seguridad.

—Hasta mañana.

—Hasta mañana, Pietro.

Lovely ¦ Hawksilver AUWhere stories live. Discover now