0.1 • Draco Malfoy

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La pequeña Isabella caminaba por los  terrenos extensos del jardín de la Mansión Malfoy buscando a Draco ya que estaban jugando al escondite, la niña caminaba con cuidado de no ensuciarse su vestido de terciopelo verde con lunares dorados

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La pequeña Isabella caminaba por los  terrenos extensos del jardín de la Mansión Malfoy buscando a Draco ya que estaban jugando al escondite, la niña caminaba con cuidado de no ensuciarse su vestido de terciopelo verde con lunares dorados.
Sus pasos eran tan pequeños para aquella mansión en la que se pasaba la mayor parte de tiempo mientras su padre era profesor en una escuela de magia.

El jardín era tan grande y hermoso, era realmente un paraíso. Se veía tan lleno de vida y era el lugar favorito de Isabella en la mansión de sus padrinos.

Tenía un sendero angosto flanqueado a la izquierda por setos pulcramente recortados. Y a la derecha, por matorrales salvajes de corto crecimiento, desembocaba un amplio camino; que es cortado por un par de impresionantes verjas de hierro forjado que marcaban los límites de los terrenos de la mansión.   
 
Dentro de los terrenos habían variedad de arbustos y pavo reales albinos que rondan por todo el lugar. 

Detrás de unos setos se encontraba una fuente. Y un camino recto de grava llevaba desde la verja hasta la puerta de la mansión, que estaba elevada del suelo por unas amplias escaleras de piedra.

Estaba tan lleno de plantas y esculturas que era muy fácil esconderse en cualquier parte. 

Pero eso no detuvo a Isabella, quien rápidamente encontró a Draco escondido detrás de un gran y lejano arbusto.

— ¡Te encontré! —le sonreía Isabella.

— ¿Por qué siempre me encuentras tan rápido? —se quejó Draco frunciendo el entrecejo.
  
— Yo me pregunto porque tú tardas horas en encontrarme en tu propia casa —rió Isabella.

— ¡Escóndete y verás! —le dijo Draco con una radiante sonrisa.

— Aquí vamos... Nos vemos en una hora —le dijo Isabella alejándose entre risitas.

— ¡Te encontraré! —aseguraba Draco.

— ¡Solo empieza a contar, Draco! —le gritó Isabella desde más lejos.

— Uno, dos, tres —empezó a contar pero trató de hacer trampa siguiendo a Isabella con la mirada— cuatro, cinco...

— ¡No seas tramposo! —lo regañó Isabella cuando se dio cuenta.

Draco había rodado los ojos mientras se reía y siguió contando con los ojos tapados.

Mientras tanto, Isabella buscaba donde ocultarse. Caminaba frente a la fuente detrás de los setos, escuchando el suave sonido del agua y se acercó a una de las esculturas del lugar para esconderse detrás. Se sentó y apoyó su cabeza en dicha escultura que a una niña de su edad podría asustarla, pero estaba tan acostumbrada a las esculturas de su padrino que no sentía temor, dicha escultura para ella aparentaba ser solo la figura de un mago con una gran capa. 

Después de terminar de contar, Draco había comenzado a buscar a Isabella. Muy decidido de que esta vez si la encontraría rápidamente. Sin embargo, los minutos pasaban y no la encontraba. Por un minuto le molestó tener un jardín tan grande.
   
Varios minutos después encontró a su mejor amiga tiernamente dormida en una de las esculturas de su padre.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon