Capítulo 99 • La fiesta de Navidad

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Cuando caminaban por los pasillos cercanos a la fiesta de Navidad del profesor Slughorn. Filch los había encontrado, le temblaban los carrillos y en sus ojos saltones brillaba la obsesión por detectar travesuras.
 
— ¿Qué hacen merodeando por los pasillos? —cuestionó Filch.

Isabella estaba sacando su varita, cuando la voz de Draco la hizo detenerse.

— Vamos a la fiesta de Navidad del profesor Slughorn —mintió Draco.

— ¿Fueron invitados? —preguntó Filch.

— Por supuesto que sí —afirmaba Draco.

— Eso lo averiguaremos—advirtió Filch.

Filch había tomado del brazo tanto de Isabella como de Draco, arrastrándolos a la fuerza hasta el despacho del profesor Slughorn donde estaba llevándose a cabo su fiesta.

— ¡Quítenos las manos de encima, maldito Squib! —le gritó Draco.

— ¡Se han metido en un buen lío, se los garantizo! —aseguraba Filch durante el camino— ¿Acaso no dijo el director que estaba prohibido pasearse por el castillo de noche, a menos que tuvieran un permiso especial?  

— Soy la hija de un profesor. Como verá un puesto mucho más importante que el suyo —soltó Isabella con malicia.

— Me importa muy poco que seas la hija del profesor Snape, no te librarás del castigo si resulta ser mentira que están invitados —advirtió Filch.

— ¡Eso ya lo veremos! —amenazó Isabella.

— ¡Caminen! —ordenaba Filch.

Isabella estaba molesta, ella debió haberlo hechizado y esto no estaría pasando. Por lo que ahora miraba a Draco bastante enfadada.

• ¿Por qué le dijiste eso? —cuestionó Isabella.

• Fue lo primero que se me vino a la mente, Isa —confesó Draco.

• ¡Yo iba a hechizarlo como la anterior vez! —regañó Isabella.

• ¡Entonces hazlo ahora! —dijo Draco.

Pero fue entonces cuando entraron a la fiesta de Navidad. El despacho era mucho más amplio que los de los otros profesores, bien porque lo habían construido así, bien porque Slughorn lo había ampliado mediante algún truco mágico. Tanto el techo como las paredes estaban adornados con colgaduras verde esmeralda, carmesí y dorado, lo que daba la impresión de estar en una tienda.

Fue entonces cuando Argus Filch entraba arrastrando tanto Isabella como a Draco del brazo.

— ¡Adentro! Caminen —ordenaba Filch.

— ¡Maldito Squib! —gruñó Isabella.

Ginny fue la primera en verlos, observando preocupada a Isabella. En ese momento, el lugar se había quedado en completo silencio.

— Profesor Slughorn —dijo Filch con su jadeante voz— Acabo de descubrir a estos jóvenes merodeando en un pasillo de arriba. Afirmaron que habían sido invitados a su fiesta.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora