Capítulo 1

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Rayan siempre supo que tendría una vida difícil, pero le quedó aún más claro cuando se dio cuenta que sus padres eran hermanos. Algunas personas tienen el privilegio de ganarse una mala reputación, Rayan no contaba con esa oportunidad, las personas solían tacharlo de inmoral e inapropiado desde antes de conocerlo, por eso tenía pocos amigos, aunque tampoco es que le hicieran mucha falta.

Sin importar lo que la gente dijera, el hogar de Rayan era un sitio lleno de amor, comprensión, confianza; y por cuenta de Rindou, muchas reglas. El chico debía mantener excelentes notas, comer saludable, entrenar algún deporte al menos 4 veces por semana y mantener un trabajo a medio tiempo. Esa última parte era la más difícil, pues nadie quería contratar al hijo de un matrimonio tan complicado y cuando se negaba a dar referencias personales, las personas desconfiaban también.

Fue así que su padre le consiguió un trabajo de niñero con un viejo conocido suyo: South Terano.

Tres días a la semana, después de la escuela, debía recoger a los dos hijos menores de los Terano; Kiyoshi y Kiomi, y llevarlos a casa y ya allí debía cuidarlos, darles un refrigerio, ayudarlos con sus tareas y esperar a que sus padres llegaran. Sabía que los Terano tenían un hijo mayor y desconocía que hacía en las tardes, pues sus primeros días allí no lo había visto. Unas semanas después, cuando tuvo un turno extendido, por fin pudo reunirse con el primogénito de la familia.

Era viernes, South y Senju tendrían una reunión luego del trabajo y le habían pedido a Rayan que se quedara en casa después de la hora, porque seguramente llegarían tarde. No debía preocuparse por lo que hiciera el hijo mayor, solo asegurarse de que los 2 pequeños estuvieran en cama antes de las 10, cenados, empijamados, bañados y con los dientes limpios.

Eran poco más de las 8 de la noche cuando llegó Keitaro, el hijo mayor de los Terano, un chico albino como su madre, pero que conservaba algunos rasgos de su padre en altura y complexión, y se encontraba acompañado de su prima Hana. Kiomi, quien ya había terminado de cenar, jugaba en la sala, mientras en el comedor Rayan batallaba para que Kiyoshi se comiera todo lo que había en el plato. Los recién llegados vieron la escena con gracia desde lejos por unos instantes, hasta que el mayor decidió darle una mano al adolescente en apuros.

— Si quieres que coma, lo mejor será que le cargues, es muy consentido y solo le gusta la comida de una forma — El albino se sentó al lado de su hermanito y lo cargó para ponerlo en su pierna, arrastrando el plato hacia él — Y tú no deberías darle tantos problemas a tu niñero.

— Uh, gracias — respondió confundido el rubio.

— Mucho gusto, Keitaro Terano. — dijo el albino mientras le daba de comer a su hermano, que se había calmado y por fin recibía el alimento sin poner trabas.

— Rayan Haitani, un placer — de reojo miró a la sala para revisar como estaba Kiomi y notó a una chica desconocida que le hacía compañía.

— Ella es mi prima, Hana Muto.

— ¿Es una de las hijas del señor Haruchiyo? — preguntó con curiosidad.

— Sí, y no te vayas a hacer ninguna idea extraña con ella — advirtió en tono casi amenazante.

Kiyoshi terminó de cenar y corrió a jugar con su hermano, por lo que los 3 mayores se reunieron también en la sala. Hana se presentó formalmente y tras una breve charla, los dos albinos se retiraron de allí, invitando al hijo de los Haitani a acompañarlo cuando terminara todas sus labores. Y así fue.

Sumamente agotado, Rayan tocó la puerta de la habitación de Keitaro después de asegurarse que los niños se habían dormido.

— Hola, ¿Ya están dormidos? — dijo amablemente Keitaro invitando al rubio a entrar.

— Así es. Igual debo quedarme hasta que lleguen tus padres por si sucede algo.

— Ya veo.

— ¿Por qué no pasas el rato con nosotros? — dijo Hana desde dentro de la habitación.

— Si no es molestia — a pesar de su actitud aparentemente tímida, Rayan entró a la habitación y se acomodó con confianza sobre la cama, ya allí se pusieron a conversar mientras jugaban videojuegos.

Para Keitaro fue una sorpresa descubrir que llevaba parte de la secundaria y la preparatoria estudiando en la misma escuela que el rubio y en el mismo grado, aunque solo en tercero habían estado en el mismo salón. Para Rayan en cambio, era lo más normal del mundo, solía pasar desapercibido con facilidad y considerando que fue transferido allí por pelearse con sus compañeros y para alejarse completamente de cualquier persona que conociera sus antecedentes familiares, era apenas normal que no deseara ser muy notado y más cuando desde el principio sufría acoso por parte de uno de sus maestros.

En todo caso, tanto Keitaro como a Hana les caía bien el rubio, parecía buen chico. Como era normal entre los hijos de los ex integrantes de las grandes pandillas, terminaron hablando de sus padres, como se conocían, las cosas que solían hacer cuando estaban más jóvenes, para luego pasar a hablar de sus propios records personales, si bien Rayan actualmente no hacía parte de ninguna pandilla de manera oficial, había una que solía contratarlo o llamarlo para acompañar sus peleas.

Hana y Kei también compartieron algunas de sus experiencias con el chico, lo trataron de manera amable desde el primer momento que lo saludaron y esa era una sensación a la que él no estaba acostumbrado, no tenía amigos,  salvo una chica de su gimnasio y se cansaba rápidamente de socializar con gente de su edad si no habían peleas de por medio, así que esa noche con el par de albinos fue una experiencia completamente nueva para Haitani. Antes de irse a dormir, tanto Keitaro como Hana le habían dado su número y lo habían invitado a salir con ellos luego, así que cuando se dirigió a la sala para esperar la llegada de los dueños de casa, el joven Rayan tenía mucho en que pensar, quería reflexionar un poco sobre esa calidez que sentía tras pasar poco más de dos horas con los hijos mayores de los ex-compañeros de pandillas de sus padres.

Faltaba poco para la 1 de la mañana cuando llegaron South y Senju, coincidencialmente seguidos por el auto de los Haitani conducido por Rindou, conocía lo suficiente a su hijo como para saber que no se quedaría a dormir en aquella casa sin importar lo tarde que tuviera que regresar y ya que había estado en la misma reunión que los Terano, aprovechó para pasar por él. 

Nota: los fanchilds aquí mencionados: Kiyoshi, Kiomi, Keitaro y Hana, son creación de Tamagoshi Bun 

Rayan Haitani: Un Adolescente en ApurosWhere stories live. Discover now