13 ! 5 meses.

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Quackity había dejado de hablar con sus amigos y solo se había estado juntando con rubius, yendo a fiestas, bebiendo y fumando hierva.

Se estaba desvaneciendo, había dejado de comer con normalidad y las marcas de rubius estaban empeorando cada noche.

No importaba que dijera, siempre tenían que tener sexo cuando quisiera.

Sin importar si no lo disfrutará.

— Rubius, no podemos. — decía mientras se aferraba a la puerta del garaje.

— Está bien, aquí todos follan. — una vez más había metido su miembro dentro de él.

— Ugh...por favor. — suplicó por detención, no se sentía bien.

— No empieces a llorar. —

Embestía con fuerza mientras rasguñaba la piel de quackity, haciéndolo sangrar.

Quackity trataba de no llorar, pero no podía contenerse.

Lágrimas caían y aún así rubius seguía metiendo y sacando.

De repente la puerta que venía desde la fiesta se abrió, encandilando a quackity quien estaba en la profunda oscuridad, de inmediato trató de esconderse por la silueta de rubius quien era mucho más fornido que él.

La chica que había tratado de coquetearle estaba riéndose a carcajadas cada que veía a rubius penetrar a quackity una y otra vez mientras quackity gemía de dolor y placer a la vez.

— Por eso me rechazaste? Maricón. — rubius ni siquiera hizo algo cuando vio a la chica tomar fotos del asunto mientras quackity trataba de esconder su cuerpo desnudo.

La chica se fue, pero su teléfono tenía sus fotos en él, estaba llorando aún más mientras rubius no le daba importancia, quería acabar de una vez.

"Ayudame, Dios." pensó.

Y siempre era la misma rutina, rubius lo forzaba a tener sexo salvaje en cualquier lugar, a cualquier hora sin importar qué cosa tuviera que hacer, pero se tenía que olvidar del dolor porque luego lo consolaba.

Se acostaban en la cama y besaba su rostro con cariño.

Le compraba comida, su comida favorita, su bebida favorita, lo llenaba de regalos, ropa cara y salidas a citas, lo besaba y se lo recompensaba, él fue quien estuvo ahí cuando su madre lo echó.

Amaba a rubius, lo amaba tanto que dolía, dolía cada vez que estaba cerca, pero también dolía cada vez que estaba lejos, quería estar con él, recibir sus besos.

Quería sentirse amado.

Tampoco podía explicar qué sentía hacia luzu, solo había estado con él algunas semanas, pero estar con él era parecido a estar recostado en una suave nieve, se sentía liviano a su lado y cuando tenía miedo sabía que podía contar con él.

Podía abrazarlo, mirarlo de cerca y acariciar su piel sin sentir asco, sin sentir que lo veía como un juguete sexual.

Sin sentir que lo necesitaba para sexo, sin sentir miedo de que lo tocará.

Se sentía bien, lo quería cerca siempre, y cuando lo necesitaba estaba ahí para él, para consolarlo y jugar con su cabello.

Se sentía lo suficientemente a salvo con él.

Se sentía querido, como si fuera suficiente, como si fuera especial, por eso no quería perderlo nunca.

Estaba confundido, no sabía si era amor.

Y ahora se encontraba pasando los días en un hotel sin rubius a su lado, solo con luzu cerca, pasaban las noches viendo series, jugando y cuando tenía miedo luzu se dormía a su lado.

Amaba el olor a vainilla, lo olía siempre desde su cuello.

No era como el olor de rubius, rubius olía a metal, o incluso a marihuana, se preguntaba por qué luzu olía bien si también consumía cigarrillos diarios.

Tenía ese presentimiento de qué algo vendría, de qué otra tormenta vendría hacia él, y necesitaba a luzu a su lado para soportarlo.

— Luzu, por qué hueles tan bien? — preguntó mientras acariciaba su cabello.

— Disculpa? — río.

— Fumas todo el tiempo! — su rostro se puso rojo ante aquella burla pero siguió haciendo pequeñas trenzas en aquel pelo castaño.

— Mmh, no lo sé, solo suelo bañarme seguido? —

— Pero yo no huelo así de bien, y me ducho seguido! —

— Quien dice que no hueles bien? — era un claro coqueteo, que ni siquiera luzu pudo explicar el porqué, pero esta vez quackity no se sintió incómodo como las veces que rubius quería coquetearle, se sentía lindo.

(...)

Rubius se encontraba discutiendo con vegetta, casi toda la villa los escuchaba desde sus casas.

— ¡ME DIJISTE QUE HABÍAS TERMINADO CON ÉL! — exclamó con lágrimas en sus ojos.

— Sí, me equivoque, pero vegetta, a ti te amo. — confesó tratando de acercarse, pero vegetta lo empujó.

— No soy tu puto juguete, y quackity tampoco, mierda...que te hizo pensar que podías engañarnos, y turnar nuestros culos para complacerte?! —

Silencio, un silencio recorrió a rubius.

— Y LE DIRÉ A QUACKITY. — tomó su bolso mientras caminaba hacia la puerta de la casa donde estaba.

— NO TE ATREVAS, ÉL NO. — trató de sujetar su brazo, buscando el mismo destino que había hecho con quackity la primera vez, pero vegetta esquivó tumbandoló al suelo.

— No te me acerques. — se fue.

Rubius se levantó del suelo apoyando su peso contra una mesa, empezó a golpear la pared con rabia mientras su puño sangraba manteniendo un gritó de ira que salía desde su garganta.

"QUACKITY, DONDE MIERDA TE METISTE." ese día como cualquier otro quería abusar de quackity, pero esta vez él logró huir del departamento con su teléfono, sí bien corrió detrás la silueta del chico desapareció.

Pensó y pensó, pero tenía la idea.

"Luzu." río como un sádico, tenía la respuesta, su novio se había ido a esconder junto al mierda de luzu.

De repente, sacó de un cajón una navaja y una pistola escondidas entre más accesorios.

Haría lo que fuera para que quackity no se fuera.

(...)

— Me gusta tu cabello. — dijo luzu mientras fumaba en el balcón, teniendo la vista pegada en el chico mientras su pelo se mecía.

— Se nota. — río, mientras se apoyaba en el barandal.

Las ojeras de quackity no habían mejorado, estaban empeorando, y la palidez de su pies ya había estado alertando a luzu por alguna enfermedad, tampoco había estado comiendo bien.

— ¡SALUDOS! — gritaba alexby cuando entró a la habitación del hotel con una sonrisa.

— Alexby! — exclamó quackity con tanta energía que se aventó a abrazarlo.

— Woah, así que estas mejor. — río cuando lo empezó a mecer en sus brazos.

— ¿Donde cojones estabas? — regañó, tirando el cigarrillo.

— Tenía que arreglar asuntos, pueden seguir quedándose aquí si eso desean. —

Quackity empezó a saltar de alegría, por fin había estado sonriendo más.

Todo lo que hago es por amor (Borrador) Where stories live. Discover now