i. la chica rara de la calle cedar

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CAPÍTULO UNO — la chica rara de la calle cedar( el fantasma de la casa creel, parte i )

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CAPÍTULO UNO — la chica rara de la calle cedar
( el fantasma de la casa creel, parte i )





ENID



        Tengo la sensación de que si muevo un solo dedo, los relojes funcionarán aunque estén destrozados, y el martilleo constante volverá, al igual que los dolores de cabeza y las punzadas que me recuerdan que estoy viva. No sé cuánto tiempo he pasado sentada en el suelo del salón, pero aún estoy intentando poner en pie el sueño que he tenido esta noche.

        Soy plenamente consciente de que es normal tener sueños extraños si me he pasado las últimas tres noches poniendo en orden la información que tengo sobre Eddie Munson, pero hay algo en los huecos vacíos de esos recuerdos que no consigo cuadrar. Siempre que intento ordenarlos acabo teniendo un vacío mental que me impide continuar, y entonces oigo a mi madre llamándome. Si Howard estuviese aquí diría que esto me pasa por enfocar toda mi atención en esta investigación que no va a llevarme a ningún lado en vez de cuidarme y asegurarme de que como en condiciones y descanso lo necesario como para sobrevivir un día más.

        Ah. Quizá tenga razón.

        Me aparto de la pared y hago uso de mis pocas fuerzas para levantarme y mirar la pila de relojes rotos que hay frente a mí. Vaya. Me he esforzado. Creo que no había puesto tanto empeño en algo desde que el invierno pasado me prometí a mí misma que arreglaría el cobertizo antes de las vacaciones de Navidad cuando faltaba menos de una semana. Al final es verdad que trabajo mejor bajo presión.

        Esta casa está hecha un asco. Desde que murió mi madre, nadie la ha pisado, ni para limpiarla, ni para regar las plantas y mucho menos para remodelarla, así que es vieja, huele mal y toda persona que vive en esta calle no se molesta en mirarla, lo que es una ventaja enorme para alguien como yo, que solo busco un sitio en el que dormir independientemente de que sea bonito o cómodo. Cuantas menos exigencias tenga, menos sospechas levantaré. Mi plan es quedarme al margen, ser un personaje secundario en esta historia, no moverme de las esquinas y sobre todo, no dejar que se me perciba más de lo necesario.

        Howard no echará de menos el dinero que le robé y seguramente no averiguará mis planes hasta que yo vuelva a casa y se lo explique detalladamente a raíz de la nota que le dejé sobre la encimera de la cocina, y que decía que necesitaba despejarme y viajar un poco.

        Él siempre me ha insistido en eso. En viajar, en dejar de hacerme preguntas a mí misma y, en cambio, permitirme responderlas. A veces, por la noche, hablábamos de que me estaba estancando en el pasado y debía pasar página. Se sentía culpable por haberme contado la verdad. No es tu culpa, había dicho, pero yo lo dudaba. Aún lo dudo.

        Nací aquí, en este pueblo, aun cuando era un lugar como muchos otros: tranquilo, habitable, perdido entre los otros muchos miles de pueblos de Estados Unidos. Pero Howard, mi tutor legal, me sacó de aquí después de que se confirmara la muerte de mi madre, y nos trasladamos a Pensilvania, donde crecí siendo una niña que siempre tenía en la boca las palabras «¿POR QUÉ?»

Ascenso, Stranger ThingsWhere stories live. Discover now