Capítulo 3

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02:00 AM.

— ¿Y si te gustó la comida?
— Sí, estuvo deliciosa —Le sonrío—. Sobre todo el postre.
— Amé ese dulce de leche también.

Me encuentro de camino a mi casa, Frank, el hermano de Jessy, se ofreció a traerme ya que mi amigo Sebastián, se emborracho a más no poder tomando vino con el papá de mi amiga y así no iba a exponerlo a conducir, obviamente. Sería un peligro andante para la sociedad y para nosotros mismos.

Sonrío al ver mi edificio, debo admitir que la zona residencial donde vivo es una de las más lindas de la ciudad de Portland, y aunque mi edificio es el más antiguo de la comunidad, es muy elegante, seguro y vintage, cosa que me hizo amarlo desde el primer momento en que lo ví. Porque no lo cambiaría por nada.

Bajo del auto después de que Frank me abre la puerta y juntos caminamos hacia la entrada del imponente y antiguo edificio.

— ¿Te puedo acompañar hasta la puerta de tú casa? —Le escucho decir y me giro para verlo.
— No es necesario, ya hiciste mucho con traerme.
— No me molesta. —Susurra con ternura.

No conozco mucho a Frank, por desgracia, no hemos tenido tiempo suficiente para compartir juntos, nuestros trabajos lo hacen complicado, sobre todo el suyo. Ya que él es agente de bienes raíces, pero en Los Ángeles. Y solo viene a Portland de visita tres veces al año.

De igual manera, a pesar del poco tiempo que hemos compartido, eso no hace que desconfíe de él, es un buen hombre, muy trabajador y sociable. Además, proviene de una familia buena y ejemplar. Y eso ya lo hace suficiente como para no desconfiar.

Así que, ante su lindo gesto, asiento con la cabeza.

Cuando el ascensor se detiene en mi piso y las puertas de este se abren, ambos nos disponemos a salir. Pero mi cuerpo se congela, al ver a la persona que aparece frente a mí.

— Thomas... —Susurro en un hilo de voz.

La seriedad en su mirada me reseca los labios al instante. Sobre todo, al verlo desviar la mirada hacia Frank, quien ya se encuentra fuera del ascensor y a mi espera.

— ¿Te divertiste? —Susurra cuando pasa a mi costado y luego más atrás le sigue la chica con la cual le ví llegar hace unas horas atrás.

Me apresuro a salir del ascensor cuando ambos se adentran en este, pero antes de que las puertas se cierren, me giro hacia él y frunzo el ceño. Haciéndole notar que no me gustó para nada su comentario. 

Pero, su mirada seria y llena de reproche, es lo último que veo.

¡Idiota! —Espeto mi pensamiento en voz alta, creyendo que él escucharía.

Aunque, lo dudo.

En cambio, quien sí escuchó lo que dije fue mi acompañante.

— ¿Todo bien?

Me giro hacia Frank y este me mira con los ojos en blanco.

— ¿Se conocen? —Pregunta.
— Ehh... Sí, bueno —Río nerviosa ante mi imprudencia— Somos vecinos.
— Ahhh, claro. —El sonríe como si nada y comienza a caminar cuando yo lo hago.
— Gracias por traerme, también por acompañarme hasta la puerta de mi casa.
— De nada, ha sido todo un placer. Me encantó verte de nuevo.
— A mi también. —Le sonrío de vuelta.
— Estaré unos días más en la ciudad ¿Podría llamarte para invitarte a cenar o pasear? Vi que hay nuevos lugares que aún no tengo el placer de conocer y me gustaría... No sé, que me acompañaras.
— Oh... —Suelto un suspiro, tratando de recuperarme con lo sucedido hace tan solo un minuto— Sí claro, sería un placer. Ya tienes mi número, llama cuando gustes y nos ponemos de acuerdo.
— Excelente, que descanses.
— Buenas noches.

Hasta Que El Destino Quiera ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora