Capítulo 8

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Thomas estaciona la moto frente al portón del estacionamiento del museo. El cual se encuentra en la parte trasera del mismo, y cerca de este, hay un callejón, lo que lo hace más privado y menos visible para las personas que no sean empleados del museo y de todas sus instalaciones.

Cuando me bajo, le agradezco por traerme y me dispongo a caminar hacia el portón pues quiero tomar distancia de todo él y de esta situación, pero una de sus manos toma de las mías y hace detener mi acción.

Thomas no dijo nada ante mi petición cuando estábamos en el parque frente a la bahía, simplemente, finalizó la conversación diciendo que estaba cansado y que me llevaría de regreso a mi departamento o a dónde yo necesitase ir, y aquí estamos.

Al girarme para encararlo, lo veo quitarse el casco y la mirada que él posa en mí, me deja sin aliento. Otra vez.

— ¿Qué quisiste decir en el parque antes de irnos?
— Olvídalo... Me dijiste que estabas cansado.
— Dilo. —El insiste y mantiene su mirada fija en mí.

Soltando un pesado suspiro, niego con la cabeza, al mismo tiempo que ruedo los ojos, pues ese bendito extraño sentimiento que él me hace sentir, no me deja pensar con claridad. Al contrario, me tortura, lo hace siempre cuando estoy con él y con el pasar de los minutos, lo intensifica.

Y ahí, es cuando quiero desaparecer.

— Solo quiero que podamos intentar ser amigos, eso es todo. —Susurro en un hilo de voz.
— Pero yo no quiero ser tu amigo. Quiero más. Mucho más que eso.
— Es lo único que puedo ofrecerte, Thomas.

El asiente y ladeando una leve sonrisa, musita:

— ¿Es la única forma en la que me dejarás estar cerca de ti?
— Sí.

Thomas deja de mirarme y la tensión en su mandíbula se hace presente, otra vez. Y después de pensarselo por unos largos segundos, musita suavemente:

— Entonces, seré el mejor amigo que pueda ser. —Suspira— El mejor para ti.

Vaya... Eso fue fácil, porque cuando hablamos en el parque, parecía imposible.

Quizás meditó lo suficiente durante el camino.

— Gracias... —Tambien suspiro— Me hace feliz que ahora puedas entender.

Dando el tema por terminado, lo veo aspirar con fuerza y después de mirarme fijamente por última vez, Thomas se pone el casco y enciende su moto.

Pero antes de arrancar, él dice:

— Feliz cumpleaños, mi Lucybell.

Mis labios sé entreabren, pero nada sale de mi boca. Pues el shock que me invade, me deja sin aliento, otra vez.

El sabe sobre mi cumpleaños, lo recordó. Creía que él no tenía idea. Pero no sé porqué aún me sorprendo, después de saber todo lo que a hecho para estar cerca de mí, de sus notitas de amor y de todo lo que es capaz de hacer... Claro que investigó todo sobre mí.

Ahora, lo del bendito apodo...

¿Cómo debo interpretar eso?

¿Será una amistad con apoditos o él solo me está siguiendo la corriente?

Porque después de su escena en el restaurante y de su confesión, ahora lo creo capaz de cualquier cosa para estar cerca de mí.

Suspiro, nuevamente y decido dejar de pensar en ello y enfocarme en lo que realmente debe importar ahora.

¡Mi exposición!

Vine al museo solo por unos minutos, pues quiero supervisar que todo esté saliendo como fue planeado.

Hasta Que El Destino Quiera ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora