Capítulo 5

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— Y cuéntame cariño, ¿Estás nerviosa por lo de mañana?

La voz de la señora Blanch me trae de vuelta ante la distracción de Thomas con su penetrante mirada.

Entre abro los labios para responder a su pregunta, pero él me interrumpe al decir:

— Insisto, lindo collar.

Me ruborizo e inconscientemente frunzo mis labios, sé a dónde quiere llegar y por más que una gran parte de mí no quiera complacerlo, ya no lo puedo evitar más.

— Gracias.
— Has de ser muy importante para la persona que te lo ha dado.

Me aclaro la garganta y me remuevo en el sillón, lo mataré, en serio.

— Supongo... —Suspiro— Aunque él es un tanto insoportable.
— ¿Ah, sí? —Ríe— ¿Por qué?
— Porque no entiende un no como respuesta.
— Quizás sea porque no concibe un no como respuesta.

Lo miro de vuelta, pero él ya está retandome con la mirada.

— Hay cosas que simplemente no pueden suceder, Thomas. Y si la persona realmente quiere como lo dice hacer, debe entender.
— ¿Y tú lo entiendes?
— En su totalidad.
— ¿Entonces no estarías dispuesta a luchar por la persona que te regaló el collar?

Su pregunta me deja fuera de base y bajando la mirada hacia mi taza de café con leche, vuelvo a suspirar, él está haciendo del momento muy incómodo, no le importa la presencia de su abuela.

Oh, Dios... La señora Blanch.

— No hay nada por lo que luchar, Thomas.

Aunque no lo estoy mirando, puedo sentir su mirada penetrando cada centímetro de mi piel.

— Yo creo que sí, tienen mucho por lo que luchar. Cuando hay amor, siempre se debe luchar.
— ¿Y si el amor no es correspondido por una de las partes?
— Solo así no habría porqué luchar. Pero cuando se tiene aunque sea la más mínima esperanza, entonces no hay porque perder la fé y las ganas de luchar por ello.

Ladeo una sonrisa, él definitivamente no se dará por vencido, no se rinde. Quiere ganar a toda costa. Es terco y obstinado.

— ¿En serio, no te ha gustado? —El tono de voz con el que hace la pregunta, me deja entre ver su nerviosismo ante mi respuesta.

Lo voy a herir si vuelvo a decir que no me gusta, como lo hice esta mañana cuando nos encontramos en el ascensor.

Y no sé si quiera herirlo. Otra vez.

— ¡Hijo mío, por favor! Ya deja de bombardear a Lucey con tantas preguntas, no querrá volver a visitarnos.
— Oh, no, no diga eso... —Me apresuro a decir— No se preocupe, estoy bien.
— Ya vez abuela, no pasa nada.—Thomas le sonríe a la señora Blanch y esta rueda los ojos— Es más, me iré y las dejaré solas cuando Lucey haya respondido a mi pregunta.
— Como si tú le hubieras dado el collar,  Thomas. ¿Que más te da si le gusta o no?

Ambos nos miramos ante lo dicho por su abuela.

Si tan solo supiera...

— Claro que me importa, ella es mujer, me interesa saber qué le gusta a las chicas de hoy en día. —Dice en tono burlón y no puedo evitar ladear una sonrisa al igual que su abuela.
— En realidad, sí me ha gustado. —Digo al fin y Thomas deja de mirar a su abuela para mirarme rápidamente— Es hermoso, al igual que el significado con el cual fue enviado, aún no le he dado las gracias a esa persona. Pero ya lo haré en su debido momento.
— ¿De verdad? Pensé que...
— Sí. —Lo interrumpo antes de que él cometa una imprudencia mencionando lo de esta mañana.

Hasta Que El Destino Quiera ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora