Capitulo 1: Edén es una soñadora

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Quiero un amor como el que he visto en las películas, por eso nunca me enamoraré- Laufey, Like The Movies.

Edén

Flores, he pasado toda mi vida rodeada de ellas, cuidándolas, aprendiendo lo que pueda sobre estas. A mi madre siempre le han apasionado la ecología y temas sobre la flora y la fauna. Ella tenía un sueño, quería tener su propio negocio, una floristería para ser más especifica. Así que trabajó duro hasta que finalmente obtuvo lo que siempre quiso, su floristería soñada. Yo crecí acompañándola en su travesía y siguiendo de cerca cada uno de sus pasos.

La verdad es que pasamos más tiempo en la floristería que en cualquier otro lado, es nuestro hogar. Nunca he sido una chica a la que le gusta salir a todos lados, me gusta pasar mis tiempos leyendo libros, viendo películas en casa o trabajando en la floristería junto a mi madre.

Ciertamente me encanta pasar mis ratos en el negocio de mamá. Aunque no lo pareciera, nunca esperarías todas las personas que podrías llegar a conocer comprando flores, las historias detrás de sus compras y pedidos de arreglos florales. Algunas veces nos cuentan y otras, pues me gusta imaginármelo. 

Cada día una nueva historia tras la compra de un ramo de flores.

—¿Ves eso? eso no pasa en la vida real—Fiorella, mi hermana menor, deja escapar un bufido a la pantalla de la televisión cuando vemos a Sandra de El gran pez rodada de flores amarillas, narcisos, cientos de ellos plantados por Edward, solo porque esas eran las flores favoritas de la chica.

Fiorella era una niña bastante ocurrente, también un tanto obstinada y criticona, pero se las arreglaba para hacernos reír cada día. Era toda una listilla, nadie nunca debía subestimarla, era muy sabia para su edad.

—Eso depende—agrega Dylan.

—¿Depende de qué?

—De la persona, del chico, si alguien realmente quisiera hacer todo lo que Edward hace por Sandra, lo haría—expone—. Al menos yo si llenaría un jardín de flores por una chica que me gusta.

Fiorella suelta una carcajada seca.

—¡Claro!

—¡Lo digo enserio! —repone, divertido—. ¿No me crees?

—Seguro lo habrías hecho por Quinn—le doy tres palmaditas de consolación en el hombro. Quinn es una buena amiga de nosotros, estudiamos juntos en la secundaria, Dylan realmente estaba enamorado de ella, ahora Quinn vive en Nueva York.

Yo estaba secretamente enamorada de Dylan en aquel momento, pero no fue nada más que un pequeño enamoramiento de secundaria, forzar algo entre nosotros jamás habría funcionado, él nunca lo supo. Seguimos siendo los mejores de los amigos, lo que me alegra, no sabría que hacer sin él en mi vida, es un amigo maravilloso.

—Edén, presta atención—Fiorella me lanza un puñado de palomitas—, los novios son una pérdida de tiempo, pero si conoces a alguien, más le vale llenar un jardín con flores y que te construya una casa hermosa como Noah en el Diario de una pasión, nunca te conformes con menos.

Suelto una risa ante sus ocurrencias.

Cosas como esas nunca pasan en la vida real, el jardín de flores para Sandra, la casa para Allie, los chicos esperando bajo la lluvia a que cruces la puerta, las grandes declaraciones con canciones. Simplemente no sucede.

Muchas veces siento que he vivido la mayor parte de mi vida en mi imaginación, tomando cualquier momento pequeño y soñándolo en algo mucho más grande y memorable.

Quizás por eso me sentí tan decepcionada de mi primera cita con un chico llamado Julien, nos conocimos en una fiesta en el verano, me citó en una heladería y desapareció por completo tras recibir una llamada. Lo compensó en una segunda cita, cuando me invitó a cenar en una pizzería. Hemos estado saliendo desde hace un par de semanas, pero es bastante confuso. Como hoy, me ha citado en un restaurante, pero ha pasado una hora y no ha dado señales de vida.

—Disculpe, señorita, ha estado sentada aquí durante más de una hora—el mesero interrumpe mis pensamientos—, ¿desea ordenar algo más?

—Que la tierra me trague, nada más—el chico suelta una pequeña risa—. Debo parecer una tonta esperando toda una tarde por un chico que no tiene ni la delicadeza de enviar un mensaje—mi celular comienza a sonar sobre la mesa, anunciando una llamada entrante por parte de Julien—. ¡Vaya, hasta que aparece!—me quejo.

Ni siquiera sé por qué le cuento esto.

«Cierra el pico, Edén» me regaño internamente.

Cuelgo la llamada sin atenderla.

—Espero no sonar demasiado impertinente, pero una chica tan bonita como tú no debería quedarse esperando toda una tarde por un cobarde, no vale la pena—dice al retirar los platos.

—¿Tú crees? —pregunto un tanto afligida y avergonzada de que se diera cuenta que acababan de dejarme plantada.

Levanto la cabeza para mirarle con atención, es un chico rubio y bastante atractivo, me llama la atención el encontrar algo familiar en él, como si nos conociéramos de otra vida, aunque le restó importancia enseguida, quizás nos hemos visto en cualquier lugar, vivimos en una ciudad pequeña de todas formas.

—Estoy seguro de eso—me guiña uno de sus ojos azules—. Yo habría recorrido la ciudad entera e incluso habría faltado al trabajo por tan solo unos cuantos minutos aquí contigo, cualquier chico con uso de razón lo habría hecho—se encoje de hombros despreocupadamente—. Piénsalo—se retira.

Pero no conozco nada más, yo siempre espero, espero toda una tarde, espero toda una vida, espero y espero. Espero por grandes gestos, espero por vivir una historia de amor como en las películas, espero ser el primer pensamiento en la mente de alguien, espero ser la primera opción entre un millón, espero por primera vez dejar de ser la autora para convertirme en la historia, espero ser la inspiración detrás de una idea y espero por algo que no sucederá.

Pago la cuenta y me levanto para abandonar el lugar. Quizás sea lo mejor, ni siquiera tengo en claro si Julien me gusta tanto como los chicos de mis películas, es decir, no promete un jardín de flores, ni una hermosa casa, no camina conmigo bajo un paraguas amarillo en un día lluvioso.

¿Es que soy demasiado exigente?

Fiorella con sus doce años de sabiduría tenía razón, los chicos son una pérdida de tiempo. Pero soy una soñadora, todo el mundo lo sabía, lo había escuchado toda la vida:

«Edén es una soñadora» Fiorella rodaba los ojos.

«Edén es una soñadora» Mamá negaba como si no tuviese remedio.

«Edén es una soñadora» Mi padre se preocupaba.

«Edén es una soñadora» a Dylan le parecía una buena cualidad.

No sabía se seria mi mayor condena o mi boleto dorado, solo sé que seguiré soñando aunque ya sea tiempo de poner los pies en la tierra. Quiero un amor como el de las películas, aunque todos digan que quizás deba comenzar a ser más realista, quizás por eso nunca me enamoraré verdaderamente.

 Quiero un amor como el de las películas, aunque todos digan que quizás deba comenzar a ser más realista, quizás por eso nunca me enamoraré verdaderamente

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Flores para mi EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora