three

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— ¿Le diste la carta? — Preguntó Rosé mientras transportaba un plato lleno de cereal hacia la sala

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— ¿Le diste la carta? — Preguntó Rosé mientras transportaba un plato lleno de cereal hacia la sala.

— Si. — Contestó Lisa, sentándose en el sofá — Creo que es mejor que ella haga la de denuncia, después de todo, a ella es a la que acosan.

— ¿Crees que lo haga? Si tenía miedo la primera vez, ¿Por qué no tener miedo la segunda?

— Confío en ella. Sé que lo hará. — Rosé rodó los ojos.

Lisa encendió la televisión en un canal cualquiera, cuando una noticia le llamo la atención: harían un juicio a catorce acosadores.

Lo había hecho.

Jennie lo había hecho.

Había hecho lo correcto.

— Vaya, creo que la Omega tiene agallas después de todo. — Comentó Rosé, señalando la noticia que aparecía en la televisión.

— Te dije que lo haría.

La tarde pasó haciendo, literalmente, nada.

Todo lo que había hecho era reportar que las cosas en sus trabajo iban bien, pero nada más.

No tenía ganas de hacer nada, así que optó por recostarse sobre su sofá mientras que veía doramas que pasaban de vez en cuando por la televisión.

Todo una vida de lujos, pero ni siquiera sabía que hacer.

Podía ir a china a visitar los templos, o a Francia para ver la Torre Eiffel, pero no quería hacer nada que implicaba levantarse de aquel lugar, además que, si se iba a aquellos países, no vería a Jennie durante días, y eso era lo que no quería.

Al final se levantó del sillón y se fue a la cocina para poder hacer palomitas, y cuando estás ya casi estaban, sonó su celular.

Era un teléfono desconocido.

— ¿Diga? — Contestó Lisa mientras sacaba las palomitas del microondas.

Lisa, tienes que ayudarme... — Su voz... No podía ser. — Por favor, Lisa.

Dejó todo lo que estaba haciendo para prestar atención a la chica que se escuchaba del otro lado de la línea.

— ¿Que está pasando, Jennie? ¿Que es lo que ocurre? — Preguntó desesperada. No quería que le pasara nada a la Omega.

Alguien trata de entrar a mi casa... Y no es nadie que conozca. Ayúdame, Lisa.

Con rapidez Lisa se puso sus zapatos y se dirigió a la salida.

No le importaba que Rosé la regañara después por salir y no avisar, lo único que quería era salvar a la chica que la volvía loca.

Quería salvar a Jennie.

— Ya voy, linda. — Fue lo único que atino a decir Lisa, al menos para que se calmase... Y funcionó — Enciérrate en el baño o en el clóset. Cierra la puerta de tu habitación con llave. Estaré ahí en menos de cinco minutos.

Omega Acosada | 𝗝𝗟Where stories live. Discover now