Aquel que se creía invisible

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La familia Katsuki, pese a ser pequeña, siempre fue extremadamente unida.

Incluso antes de que Toshiya falleciera, la relación entre ellos era muy sólida; jamás se ocultaban nada ya que existía la confianza suficiente para hablar las cosas sin importar cuán complicadas pudieran tornarse, e intentaban encontrar alguna solución apropiada juntos. Con el paso de los años, aprendieron a convertirse en un verdadero equipo. Hiroko se enorgullecía al decir que sus hijos eran buenos chicos: responsables, humildes, amables, dos personas capaces de apoyarse mutuamente sin ninguna clase de egoísmo. Por ello, tras la intempestiva propuesta hecha por Hisahi, Mari no se creyó capaz de otorgarle una respuesta inmediata debido a la situación que su familia enfrentaba en esos momentos. Asustada, le pidió tiempo para pensarlo y quizá de esa manera sería capaz de tomar una decisión apropiada que no terminara dañando a nadie.

Hisashi entendió; aunque en tal petición ocultaba un posible rechazo inminente.

Por obvias razones las primeras personas en enterarse acerca de lo sucedido fueron Hiroko y Yuuri. Ella regresó a casa luciendo tan perdida y confundida, que ambos temieron que algo malo hubiera sucedido. Pero Mari, tranquilizándoles, procedió a contarles los sucesos que se llevaron a cabo en las últimas horas: cómo fue, dónde la llevó, la manera en que decidió proponérsele. Yuuri y Hiroko escucharon sorprendidos cada detalle, sin embargo, en algún punto del relato la culpabilidad cayó sobre Yuuri tal cual si fuesen gélidos bloques de hielo sólido. Ella mejor que nadie era consciente de la realidad con que lidiaban todos los días, aun así, le pareció demasiado injusto que se sintiera dividida a tal grado.

A gran diferencia suya, Mari sí tenía más opciones a elegir: encontró al amor, podía tenerlo al alcance de sus manos y dejarlo ir posiblemente terminaría convirtiéndose en el peor error de toda su vida.

-Voy a decirle que no -concluyó derrotada luego de tomar asiento en una silla cercana.

Tras escucharla, Hiroko se llevó una mano al pecho demasiado impresionada creyéndose incapaz de brindarle algún consejo útil. Yuuri en cambio, prefirió mantenerse al margen mientras pensaba qué podían hacer al respecto.

-Mari...

-Será lo mejor; no puedo irme y dejarlos aquí. Yutopia también es mi responsabilidad -dijo, aunque ninguno supo si trataba de convencerles a ellos o a sí misma-. Además, papá lo hubiese querido así.

-Cariño -reponiéndose al fin, Hiroko se acercó a Mari buscando así fomentar contacto entre ambas-. Toshiya los amaba muchísimo, y puedo asegurarte que deseaba verlos felices sin importar el camino que decidieran tomar-. Mari pareció dudosa, no obstante, negó mostrándose decidida a seguir en la misma postura.

-Suena muy bonito, pero nada es tan sencillo y ambos lo saben -les hizo ver-. Necesitan mi ayuda. ¿Qué sucederá con Yutopia si decido marcharme? Ustedes solos no podrán hacerse cargo y a la larga podrían tener demasiadas dificultades.

Hiroko guardó silencio. Justo igual que Yuuri, Mari era demasiado terca para su propio bienestar. Este en cambio, frunció el entrecejo. Si lo analizaban con detenimiento, Mari estaba empecinada en encontrar mil y un motivos para decir no. Aun así, cada uno de ellos

terminaba relacionándose con factores ajenos a lo que ella realmente deseaba hacer.

-¿Lo amas? -ambas mujeres le miraron estupefactas. Obviamente no esperaban una pregunta de tal índole.

-¿Qué?

-¿Realmente amas a Hisashi? -en ese justo instante, Mari notó en los ojos de su hermano menor una determinación que le dio miedo. Le conocía demasiado bien para darse una idea bastante clara hacía dónde planeaba llegar realmente.

El corazón del mago Where stories live. Discover now