Es complicado

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Siento los latidos de mi corazón martilleando contra mi pecho. Los noto invadir todo mi cuerpo, resonar en mis oídos. Es ensordecedor. Siento la sangre que se me empieza a acumular en la cabeza y un pequeño mareo súbito al sentir que he perdido el control.

Noto que todos me están mirando, están esperando mi reacción, están escudriñando mis ojos, mirando mis cara, observando mis manos temblorosas, mis gestos mecánicos, mi sonrisa forzada. Aunque yo lo que estoy esperando es desmayarme pronto.

Hemos vivido uno de los momentos más increíbles que he vivido en mi vida. España ha quedado tercera en Eurovisión, y aunque para muchos ha sido una decepción no alcanzar la victoria, para nosotros ha sido como tocar el cielo. Al acabar el festival, hemos entrado al camerino como auténticos campeones, porque así nos sentimos, y hemos empezado a llorar al sentir las emociones a flor de piel.

Chanel no paraba de llorar, de suspirar, de buscarnos a todos, de abrazarnos a todos. Están todos aquí, todos los importantes: nosotros seis, Kyle, Leroy, Javier, Yone, Eva, María...

En un momento de desahogo total, de emoción brutal, he comenzado a llorar porque no puedo creer que esto nos esté sucediendo.

Chanel se ha acercado a mí, buscándome, y con sus manos en mi cintura me ha atraído hasta su cuerpo. Me ha sonreído, me ha mirado como solo me mira ella y, rodeando su cuello con mis brazos, he apoyado mi frente en la suya. Y entonces han salido de mi boca, como un susurro, las palabras que llevo tanto tiempo sintiendo y que nunca le he dicho con tanta verdad como hasta ahora: "te amo".

Su reacción, lejos de asustarse o de esquivarme, ha sido sonreír y adelantar sus labios, como esperando un beso. Se ha mordido el labio inferior, como conteniéndose, aguantándose las ganas, y ha comenzado a rozar su nariz contra la mía. Yo, extasiada y en una nube de felicidad ante los acontecimientos de anoche, no he podido más que sonreír y negar con la cabeza, y cuando Chanel se ha separado de nuestro abrazo, he adelantado mi boca para juntar nuestros labios en un beso corto que me ha sabido a demasiado poco.

Demasiado poco después de haber tenido su aliento rozándome hace solo unas horas.


Todo habría quedado ahí y habría sido perfecto, el preludio ideal a una noche donde podría haberme cobrado todos los besos que no hemos podido darnos ahora. Habría sido perfecto si no fuera por el detalle de la camarita. La puta camarita de RTVE que nos sigue hasta cuando vamos a cagar, ha emitido en directo nuestro momento privado y ha roto nuestra pequeña burbuja de seguridad. Ha sido Josh el que muy inteligentemente ha parado a Chanel justo cuando iba a decir Dios sabe qué, y ha sido entonces cuando he visto toda mi vida pasar por delante.

Nuestro pequeño beso ha sido emitido en televisión, el día que toda España está pegada a la pantalla, en una cadena pública, y sin que lo supiéramos.

Mis compañeros me miran, Exon me pone la mano en el hombro y yo intento respirar escondiéndome de la cámara detrás de una banderita de España. De pronto siento pánico al pensar que la conversación que tuvimos Chanel y yo, porque los momentos que compartimos hace menos de veinticuatro horas pueden quedarse en nada por culpa de este desliz.



—No podemos hacer esto. —Suspiré, deshaciéndome de sus labios. —Chanel, tú...

—No digas nada ahora, por favor. —Rogó, sus manos sujetando mis mejillas, con desesperación. —Te necesito...

Chanel llevó sus manos a mi nuca y besó la piel de mi cuello. Pensaba que no era de esas que se acuerdan de los detalles, pero parecía recordar muy bien cómo cedía a su voluntad cuando sus labios atrapaban mi oreja.

Tiempo muertoWhere stories live. Discover now