Fluyendo

552 28 7
                                    

—Tengo que volver...

—¿A Mallorca?

—Ibiza. —Chanel suspira. —Bastián quería ver a algunos amigos que están allí de vacaciones.

—Qué planazo. —Digo irónica, no pretendo disimular ni un poquito.

Chanel tuerce la boca pero termina sonriendo aunque intente evitarlo.

—Amor... —Vuelve a acercar su cuerpo al mío, enroscándose entre mis piernas como una serpiente. —Dejemos que las cosas fluyan un poco, ¿vale?

—No, si fluir fluyen. —Digo mirando hacia abajo, haciendo constar que claramente las cosas se han vuelto a desmadrar.

Ella ríe un poco y deja un beso húmedo en mi cuello, un beso que me enciende y amenaza con acabar con mi molestia. Porque sí, después de la conversación hostil y los reproches, me ablandé y consolé a Chanel en su desasosiego sentimental.

La consolé tan bien que acabamos enredadas entre las sábanas, cambiando los sollozos por gemidos susurrados al oído.

—María, de verdad quiero estar contigo, pero necesito tiempo. Necesito aclarar las cosas. —Dice sinceramente y acaricia mi mejilla. —No tenemos por qué hacer esto.

—¿Acostarnos?

Ella asiente y yo aprieto los labios. En alguna recóndita parte de mí, la sed de venganza se hace presente y me digo a mí misma que no debo volver a acostarme con Chanel. Quiero castigarla, hacerla sufrir por tenerme siempre entre sus manos, y sé de buena tinta que Chanel realmente sufriría si no la dejo volver a meterse en mi cama.

Pero la realidad es que no quiero negarme lo que siento y que los ojos de Chanel me dicen que genuinamente quiere estar conmigo, a pesar de que su cabeza en estos momentos no esté en disposición de tomar absolutamente ninguna decisión. Las bragas de gatitos rosas que descansan sobre mi alfombra son la prueba fehaciente de que Chanel no tiene la cabeza en su sitio estos días.

—No quiero que las cosas cambien entre nosotras, eres muy importante para mí.

—Las cosas han cambiado entre nosotras, Chanel. —Le digo como si fuera obvio. —Cambiaron desde el día que decidimos seguir con esto como si nada.



Despertar al lado de Chanel fue bastante más cotidiano de lo que esperaba. Es cierto que teníamos mucha confianza, que no era la primera vez que dormíamos juntas, pero sí la primera vez que lo hacíamos completamente desnudas y abrazadas. Por suerte para mí, cuando abrí los ojos ella ya estaba despierta. Habría sido un palo encontrarla dormida y no saber qué hacer.

—Hola. —Su voz susurrada me resultó más sensual de lo que quería reconocer, y tuve que hacer un esfuerzo importante para obviar que bajo la sábana que apenas la cubría me había dejado piel sin besar. Ahora sentía que tenía que hacerlo, deseaba hacerlo.

—Hola.

Chanel se estiró como un gato y la sábana descendió lo suficiente para que pudiera tener un vista bastante amplia de su pecho. Tragué con fuerza. No era un deseo, era una urgencia.

—¿Has dormido bien? —Lo preguntó como si nada, como si hubiéramos trasnochado por hacer un maratón de Juego de Tronos.

—No. —Ella alzó la ceja. —O sea, sí. —Carraspeé. —Quiero decir, que... Que he dormido, hemos dormido poco. —Me corregí. —¿Llevas mucho despierta?

—Veinte minutos. —Sonrió.

—Ah.

Estaba tan cortada que no sabía qué decir. Quería besarla y abrazarla como anoche pero me sentía un poco cohibida y no sabía si hacerlo sería excederme. Chanel me miraba fijamente, con una sonrisa enorme en la cara, como si fuera su puto cumpleaños, y yo me mordí el labio un poco nerviosa.

Tiempo muertoWhere stories live. Discover now