El día que nos equivocamos

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Cuando desperté, desorientada y confusa, la habitación estaba en completa oscuridad. Me incorporé rápidamente, con el corazón en un puño, y busqué mi móvil a tientas por la cama.

—No, no, no... —Rogué en susurros.

Lo encontré sobre las sábanas, se me debió caer de la mano mientras lo miraba, justo antes de dormirme. Malditos vídeos de gente cortando jabón, siempre consiguen darme sueño.

Miré la hora, las 20:07. Me cago en la puta, tenía ensayo a las 20:00, ¿y dónde estaba yo? Recién despierta de la siesta más larga de mi vida, en la habitación de Chanel.

Cojonudo.

Tenía varias llamadas perdidas y whatsapps, probablemente de los chicos, pero decidí que ya les avisaba por el camino. Agarré el bolso y me puse las zapatillas lo más rápido que pude, salí corriendo de la habitación y pasé por la mía para coger la bolsa de deporte del ensayo. Suerte que siempre la dejo preparada...

Mientras estaba en el ascensor, calculando cuánto podría tardar el taxi que planeaba coger, escribí al WhatsApp grupal, informando de que iría para allá enseguida, en menos de quince minutos, y que fueran empezando sin mí. Los cabrones ni me habían dado una tregua de diez minutos en el bus, habían preguntado que dónde estaba hacía menos de cinco minutos.

Nunca en mi vida había estado con tanta ansiedad. Jamás llegaba tarde a los ensayos, y menos a este, que era el primero después de Benidorm Fest.

Malditos vídeos de jabones, maldito sueño, maldita yo y maldita Chanel.


Cuando llegué a los estudios de RTP, la radio y televisión pública de Portugal, pregunté directamente por nuestro sitio de ensayo y una amable chica me acompañó hasta el camerino donde estaban mis compañeros, ya con la ropa del ensayo.

—¡Mery! —Josh se acercó. —¡Tía, dónde coño...!

—Ya os vale, cabrones. —Dije con rabia. —Anda que me habéis esperado en el bus.

Los chicos se miraron entre ellos y yo decidí pasar olímpicamente, comenzando a sacar las cosas de la bolsa de deporte y cambiándome sin pudor ahí, delante de ellos.

—Pensábamos que venías con Chanel. —Dejó caer Raquel.

—Pero al verla aquí sin ti, nos hemos dado cuenta de que no. —Siguió Exon.

Levanté la cabeza de la bolsa de deporte, malhumorada, y los miré encogiéndome de hombros.

—¿Y por qué iba a venir yo con ella?

—Eh... —Josh carraspeó, mirando al resto del equipo, y Pol se rascó la cabeza, incómodo.

—¿Dónde está, por cierto? —Dije en el mismo tono.

—Está hablando con los de RTP, haciendo un poco de tiempo. —Explicó Raquel. —Para que te diera tiempo a llegar.

Yo resoplé.

—Cojonudo.

Se instauró un silencio un poco incómodo en la sala.


—Mery... —Empezó Josh, acercándose a mí y tocándome ligeramente el hombro. —No es que no te hayamos esperado, es que de verdad pensábamos que venías con Chanel.

—Otra vez. —Suspiré molesta. —La entrevista era solo para ella y...

—Os vi en el hall del hotel. —Dijo bajito, aunque el resto de los compañeros también pudieron oírlo. —Os vi... —bajó aún más la voz— besándoos cuando se cerraban las puertas del ascensor.

Tiempo muertoWhere stories live. Discover now