Padres

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Cuando éramos pequeños creíamos que nuestros padres estarían siempre a nuestro lado, un gran error.
Esa mañana me levanté, como siempre al sonido del llamado de mi madre. Me volví a acomodar en mi cama tratando de dormir, pero la voz de mi madre al otro lado de mi puerta me terminó por levantar. Comúnmente así eran mis mañanas, mi madre levantándome para ir a desayunar. La mesa servida, mi padre sentado en un lado de ella tomando un café mientras leía unos documentos, mi madre poniendo su café sobre la mesa y sentándose a un lado de ella, la luz de mis ojos, la mujer más hermosa que mis ojos habían mirado jamás, mi pequeña flor de cerezo, Sakura.

Cuando mis padres me dieron la noticia de que sería el hermano mayor no me gusto para nada, sin embargo, cambié de opinión cuando me dijeron que tendría a una hermana, mi vida cambió de rumbo y lo comprendí cuando la trajeron a casa y por primera vez logré ver esos hermosos ojos color esmeralda mirarme tan fijamente que parecía que veía hacia dentro de mí y lograba leer mis pensamientos, fue en ese instante que ella me sonrió y tomó mi dedo que lo comprendí todo, debía vivir por y para ella.

Los años pasaron mis padres, amorosos y cariñosos como siempre nos criaron para seguir nuestros ideales y no vivir infelices, siempre nos dijeron que haríamos lo que nos gustara, lo que nos hiciera felices sin importar lo que las personas dijeran, era nuestra vida.
Y siguiendo ese ejemplo seguí mi pasión, el arte. La pintura siempre me había llamado la atención y fue como decidí que después de la preparatoria me convertiría en el mejor pintor de mi era, así como los fueron otros en la de ellos.

Una de esas mañanas que me parecían lo más aburridas, mientras desayunábamos mi pequeña flor nos dio una noticia que a mi madre alegro, pero a mi padre y a mi nos cayó como balde de agua fría, ella tenía novio y lo quería presentar formalmente. Mi madre inmediatamente comienza a planear todo, sería al día siguiente, una comida cuando Sakura saliera de la escuela.

Al principio no me agrado la idea y menos cuando a quien presentó como su "novio" era un tipo que claramente no era de su edad y que la tomaba muy posesivamente, lo cual no me agrado mucho menos a mi padre cuando vio cómo me veía de manera despectiva, como si fuera mejor que todos los que nos encontrábamos ahí. La comida transcurrió "normal" en lo que cabe, sin embargo, varias actitudes del tipejo ese no me agradaron, Sakura era una chica muy linda, lo sigue siendo además de ingenua y tiende a confiar demasiado en las personas, eran cosas por las que mis padres y yo habíamos discutido con ella, ella nunca las tomó en cuenta.

Aoi, era el nombre de ese sujeto, sujeto el cual seguimos viendo casi a diario en casa, desde que Sakura llegaba hasta que alguno de mis padres o yo lo terminábamos sacando de la casa. Pero un día Sakura comenzó a comportarse de manera extraña. Dejó de sonreír y dar ese brillo que solo ella tenía. Nos preocupamos por ella, pero ella no decía ni una sola palabra, simplemente negaba con la cabeza, nos daba una sonrisa triste y una mirada apagada. Recurrimos a preguntar a sus amigos, pero ninguno sabía que pasaba, hasta que un día llegó corriendo y gritando de una manera horrible su mejor amiga Ino.

—LA VA A MATAR, AOI LA VA A MATAR.

Corrí lo más rápido que pude, mi padre detrás con Ino diciendo donde estaban. Los gritos de la gente, seguí los gritos de las personas que intentaban separar a ese bastardo de mi flor, pero este simplemente no la soltaba. Me lancé a él y lo logre taclear tirándolo al suelo, mi padre llego a detenerlo también mientras mi madre e Ino veían el estado de Sakura, no lograba verla bien, pero en esos momentos creía que ella estaba muerta, la sangre cubriendo su rostro y moretones por todos lados.

—Es una maldita zorra— escuché como la llamaba e inmediatamente comencé a golpearlo mientras mi padre me detenía. La sangre me hervía y lo único que quería era matar al maldito que se atrevió a tocar a mi pequeña.

La Maestra de mi HijoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ